martes, 8 de junio de 2010

No. 18 Erotismo Expresionista a la máxima potencia: el Abrazo, de Schiele


Queridos amigos:

Egon Schiele fue uno de los más grandes artistas del siglo XX. Imaginen ustedes, sólo vivió veintiocho años: 1890-1918. Uno de esos espíritus precoces que rara vez se dan.
Junto con Gustav Klimt (otro de los grandes de la Secesión Vienesa), nuestro joven pintor figura entre los grandes maestros del erotismo universal. Por desgracia aquella Austria de principios de siglo no estaba preparada para semejante genio. En 1912, acusado por pornografía, Schiele fue encarcelado tres semanas y condenado a tres días de prisión, pena por demás ridícula. Sus dibujos fueron confiscados y algunos destruidos públicamente. El lamentable hecho constituye hasta nuestros días un terrible atentado en contra del arte y de la libertad.

En fin, la obra que hoy les ofrezco es uno de mis cuadros favoritos. Se llama El Abrazo y data de 1917.

En el cuadro vemos a una pareja de amantes en apasionado abrazo, verdadera fusión y unidad erótica que desemboca en el anhelado fulfillment. Valiéndose del expresionismo, Schiele no quiere simplemente presentar al espectador la realidad (realismo) o una vaga imagen de ella (impresionismo), sino que pretende intensificarla de modo que el espectador se turbe frente a ella y caiga arrebatado sin saber exactamente por qué. El expresionismo es la intensificación patética (emocional, emotiva) y patológica de la realidad, la creación de un mundo, de una nueva realidad, más emocional y apenas tolerable.
Parece paradójico, pero a pesar de la rudeza de los trazos, este sublime Abrazo se despliega ante nuestros ojos como un paisaje suave y lánguido. La blancura de la piel de la mujer contrasta con el torso moreno y huesudo del hombre. Es como si el día y la noche se hicieran uno. Se trata de una síntesis de contrarios donde suavidad y aspereza, tensión y liberación, exhalación e inhalación, Eros y Beatitud, etcétera, encuentran equilibrio y respiro. El pelo alborotado de ella es la representación del cosmos, que a su vez simboliza la infinitud del amor. En suma: sublime. El arrebato de los amantes ciertamente arrebata al espectador. ¡Erotismo expresionista a la máxima potencia!

Sin duda una de las obras maestras del erotismo.
Disfrútenla, y, si van a Viena, no dejen de visitar la Österreichische Galerie.

Reciban un fuerte y afectuoso abrazo.
VENUS Rex

martes, 1 de junio de 2010

No. 17. Ver para creer. La incredulidad de Santo Tomás, de Caravaggio


Queridos amigos:

Caravaggio es una de las figuras más importantes del barroco temprano. La Incredulidad de Santo Tomás, que data de 1602, nos permite ver el tremendo pathos y los estadios psicológicos como antes no se habían visto; además del dominio angelical de la luz que anuncia y antecede a Rembrandt, Velázquez o Rubens.



Después de ver esta pintura, con la que quedamos tan sorprendidos, incrédulos y boquiabiertos como santo Tomás, es posible comprender un poquito más a este santo en su estupor, pues, ¿no acaso el espectador siente algo similar frente a este hermosísimo cuadro? Uno se pregunta si esto puede ser real, si tanta belleza y perfección pueden ser reales. Parece que no, y de ahí la incredulidad. Pero al final, cuando uno sabe que sí es posible, viene el regocijo. La herida de Cristo es sublime. Todo Cristo es un derroche de belleza y perfección. Observen las miradas estupefactas de los personajes. Son las mismas miradas excitadas de quienes tienen el privilegio de observar esta maravilla pictórica. Con este solo cuadro, uno entre los tantos prodigios que creó, Caravaggio tiene más que suficiente para ganarse la inmortalidad dentro de la Historia del Arte.

La figura de Caravaggio es por demás fascinante: vida agitada y novelesca, incomprensión de sus contemporáneos, constantes huidas y todos los ingredientes necesarios para ganarse el nombre de artista maldito; tal vez el primero de esta extraña estirpe, y sin duda uno de los más conspicuos.

Ojalá disfruten esta obra de arte inmortal.

VENUS REX