lunes, 22 de noviembre de 2010

No. 37 Lilith: la lujuria encarnada

Título: Lilith (1892)
Autor: John Collier (inglés)
Técnica: Óleo sobre tela
Sede: Southport Atkinson Art Gallery, England
 
¿Quién es Lilith? Una tradición cabalística -explican Chevalier y Gheerbrant en su célebre Diccionario de Símbolos- señala a Lilith como la mujer creada antes de Eva, y no a partir de las costillas de Adán, sino de la tierra misma. Pero la mujer blasfema e inicia una horrible carrera demoníaca. Así, con el tiempo Lilith se convierte en el símbolo de lo prohibido, de los placeres carnales ilegítimos, de la traición conyugal. Su belleza es irresistible, su poder funesto: atrayendo a los hombres a su lecho impide que las almas alcancen el paraíso. Por eso Dios la aborrece y la margina: es su enemiga. Lilith es el Maligno con rostro de mujer. Como Kundry, vive alejada de la civilización, en el desierto y en las ruinas (Is 34, 14), esperando la ocasión de perder a un santo ermitaño.


El lienzo de Collier (recordemos Lady Godiva) nos presenta la horrible visión. Y he aquí la paradoja: horrible y a la vez bella. El espléndido cuerpo de la mujer está enroscado por el terrible pitón. Estamos frente al pecado de la lujuria. Grave peligro, pues detrás del rostro de ángel y de las formas corpóreas quasi religiosas se esconde el Maligno.

Reciban todos un cordial saludo.
Venus ReX
about.me/venusrex 

lunes, 8 de noviembre de 2010

No. 36 Pandora. ¿Por qué diablos tuviste que abrir la caja?


Título: Pandora
Autor: John William Waterhouse
Dimensiones: 91cm x 152cm
Técnica: Óleo sobre tela

Estimados Amigos:

Recientemente leí, en una publicación española especializada en Historia, que el origen de la palabra inglesa woman (mujer) es la unión de dos voces: por un lado "woe", que significa pena, pesar, tristeza, aflicción, sufrimiento; y, por otro lado, "man", que, como todos sabemos, significa hombre. Así las cosas, woman vendría a significar algo así como "la aflicción o pena del hombre". Desde luego, aunque el inglés es un idioma neutro (en el sentido de que es "asexuado", o carente de género -así, chair, table, violin, car, watch, book, etcétera, no son ni masculinos ni femeninos, como sucede en el español, portugués, italiano, francés, etcétera-), el origen de esta voz nos revela un machismo, y, por tanto, un matiz sexista. Se los comento a propósito del cuadro de esta semana. El mito de Pandora se parece al mito de Eva, porque en ambos la mujer vino a joder (perdonen la expresión) la situación. Veamos.

Después de la osadía de Prometeo -cuenta Hesíodo en Los Trabajos y los Días-, era necesario reestablecer el equilibrio de la justicia entre los mortales. Zeus colérico exclamó:

"¡Japetónida (es decir, Prometeo) conocedor de los designios sobre todas las cosas!
Te alegras de que me has robado el fuego y has conseguido engañar mi inteligencia,
enorme desgracia para ti en particular y para los hombres futuros.
Yo a cambio del fuego les daré un mal con el que todos se alegren de corazón
acariciando con cariño su propia desgracia."

Ya sabemos cuál fue el horrible castigo de Prometeo. Para los mortales el padre celestial tenía preparado algo peor. Ordenó a Hefesto modelar de la tierra una doncella a la que Atenea enseñó toda clase de útiles labores, Afrodita regaló irresistible sensualidad y Hermes dotó de cínica mente y carácter voluble. Así pues, queridos amigos, Pandora fue la primera mujer.

Como la Eva bíblica, Pandora estaba destinada a desatar el mal en el mundo. De acuerdo con la tradición -el mismo Hesíodo lo comenta-, los hombres vivían libres de todo mal, no tenían que trabajar para subsistir y no existían las enfermedades; una especie de Edén alla greca. No obstante, los hombres (simbolizados por Prometeo) desafiaron a Zeus y pensaron que podían dominar el fuego de la ciencia. Así las cosas, era necesario un castigo. Pandora, en lugar de comer manzanas, abrió una misteriosa caja que contenía, por obra del Crónida, todos los males. Desde entonces los hombres pagan con sudor y penas su osadía.



Nuestro viejo conocido inglés, John William Waterhouse, nos regala con su inigualable arte el momento preciso en que Pandora liberó todos los males al mundo. La Pandora de Waterhouse es más hermosa de lo que el dios tullido pudo haber hecho, ¿no creen? Lo mismo podríamos decir de la sensualidad regalada por Afrodita en contraposición a la sensualidad que nos brinda nuestro pintor. Sin embargo, no veo la mente cínica que supuestamente puso Hermes. Por el contrario, Waterhouse nos muestra una doncella cuya inocencia es irresistible. Tal vez en ello radique el terrible peligro.

En fin, disfruten esta bellísima obra de la corriente pre-rafaelista.

Reciban todos un abrazo.

VeNuS rEx

miércoles, 3 de noviembre de 2010

No. 35 Perfección en el desnudo masculino. Héctor, de J.L. David


Estimados amigos:

Decía J.J. Rousseau, refiriéndose a la obra de nuestro ya viejo conocido Jaques Louis David (1748-1825): "tiene algo sublime que entusiasma". A decir verdad, ignoro si Rousseau tuvo la suerte de observar el Estudio de Héctor. Nosotros seremos mucho más afortunados.



A propósito del tema, recientemente he vuelto a leer la Ilíada, sólo que en esta ocasión me ha parecido que la figura de Héctor Priámida ha destacado más que la de ningún otro héroe. 

Brad Pitt, como Aquiles
El belicoso Aquiles, tormento de hombres, hijo de la diosa Tetis, siempre reputado como el personaje principal del poema, me ha parecido -no sé cómo explicarlo- hasta cierto punto desmesurado y grotesco respecto a la figura de Héctor. ¿Quién puede compararse en nobleza y gallardía con el mortal príncipe? Ni los tremendos Ayantes, ni el pendenciero Agamenón; ni siquiera el sagaz Odiseo o el terrible Eneas; ni el hermoso Patroclo ni el monstruoso Diomedes. Mucho menos el impúdico y frívolo Alejandro (Paris). 

Orlando Bloom, como Paris.
Cuando todos estos héroes buscan gloria y botín, a Héctor le preocupa el destino de los niños y las mujeres de Troya. Mientras los héroes anhelan la mujer más bella para llevarla al lecho, Héctor desea regresar a su morada para unirse con su fiel esposa y abrazar al pequeño vástago. La figura de Héctor es el paradigma de todo lo noble y valioso que hay en los guerreros. El sentimiento de tristeza ante su muerte realmente deja al lector sobrecogido. Cómo Aquiles profana el cadáver es cuestión que muy poca gente podría soportar. Y, al final del poema, las súplicas de Príamo para rescatar el cadáver, el llanto de Hécuba, los sollozos de Andrómaca y el profundo pesar de Helena conmoverían al más fuerte (los discursos finales de estas tres mujeres serían suficientes para recompensar la paciencia del lector de la Ilíada).

El Estudio de David -¡ni siquiera una obra completa y definitiva, sino un simple estudio!-, según yo creo, recobra y reivindica la figura de Héctor como la más noble y bella de la Ilíada. No hay más que verla para empezar a sentir una profunda simpatía por el héroe. Pocas veces veremos un desnudo masculino tan perfecto.

Ojalá lo disfruten.

VenuS ReX