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affaire transformado en arte
Ignacio Zuloaga, "La Oterito", óleo sobre tela, 176 x 120.5 cm. Colección Privada. |
¿Qué pasó con Ignacio
Zuloaga? Quizá este nombre no diga nada a a quienes poco saben de arte, pero a finales del siglo XIX
y durante las dos primeras décadas del XX, Ignacio Zuloaga (1870-1945) fue el pintor más
famoso y reconocido en España, muy por arriba de Picasso (once años menor).
Pero ahora sólo los especialistas en arte saben de él. ¿Qué pasó?
Quizá fueron dos cosas.
En primer lugar, los estilos figurativos rápidamente perdieron el favor del
público y de la crítica conforme avanzó el siglo XX. En segundo lugar, y quizá
mucho más importante, Ignacio Zuloaga se convirtió en un férreo seguidor de
Franco y del bando nacional.
Picasso trabajando en el Guernica |
Sabemos que la Guerra
Civil Española fue un campo de entrenamiento previo a la segunda guerra
mundial. Alemanes e italianos, por un lado, y soviéticos, por otro lado,
intervinieron apoyando con hombres, armamento y dinero a los nacionales y a los
republicanos respectivamente. En abril de 1937 la aviación nazi atacó varias
poblaciones vascas, entre ellas Guernica; y bueno, sabemos que Picasso a partir
del bombardeo a Guernica creó uno de los cuadros más célebres de todos los
tiempos. Los italianos también tuvieron ocasión de probar su aviación, y los
soviéticos no dudaron en apoyar al gobierno republicano.
Hitler y Franco en Hendaya, 1940 |
Retrato de Franco, por Zuloaga (1940) |
Pero no vamos a hablar
ahora de esa terrible guerra civil en España ni del retrato que Zuloaga hizo
del Generalísimo, una verdadera oda al fascismo. Sí cabe preguntarnos cómo
puede un gran artista ponerse en un plano inferior y adular mediante su obra
artística a un régimen. Cosa distinta es que un régimen se valga de la obra de
un artista y la utilice para vanagloriarse, como es el caso de los nazis con
Wagner. Tal vez fue la adulación de Ignacio Zuloaga a Franco la que contribuyó
a que quedara un poco olvidado. Pero no del todo, porque el gran arte jamás
muere. Y Zuloaga era un gran pintor que heredó y plasmó en su obra la magnífica
tradición de la pintura Española.
"Gracias a Dios, y a Franco, por fin la guerra se ganó, y otra vez." Palabras de Zuloaga al ganar el bando nacional.
Venus, de Velázquez |
Hay varios iconos del
erotismo en la pintura española, y quizá los más importantes y conocidos sean
la Venus de Velázquez y la Maja Desnuda de Goya.
Goya: La maja desnuda |
Pero hay un tercer desnudo
femenino que bien podría ser ese otro icono: La Oterito de Zuloaga, cuadro que
pintó en 1936, en los albores de la Guerra Civil.
Resulta que don Ignacio
estaba casado, pero ello no fue óbice –y qué bueno– para que el maestro y la
bailarina Eulalia Franco –nada que ver con el dictador, pues de haber sido el
caso la hubiera mandado fusilar– tuvieran un romance. Y ese romance rindió
fruto: esta maravillosa obra de arte.
Recientemente la casa
Sotheby’s puso en subasta este cuadro. El precio llega casi al millón de Euros,
por si alguno de ustedes quisiera comprarlo. En la nota de catálogo de esta casa
de subastas londinense se explica que el cuadro no sólo revela el romance entre
el pintor y la modelo, sino que, además, quiere ser un tributo a la pintura
barroca española. El reflejo de la mujer en el espejo, no hace falta ser
especialista para entender, es una referencia –yo diría homenaje– a la Venus de
Velázquez, y la forma en que el artista maneja el color, esos claroscuros,
recuerda a pintores españoles como el mismo Velázquez, Ribera o Zurbarán.
Explica la nota de
catálogo que Zuloaga fue torero aficionado de joven, y que por esta razón la
modelo lleva puesta una chaquetilla de matador. Además, el retrato que aparece
arriba a la izquierda es el propio Zuloaga.
Las referencias sexuales
son maravillosas: un clavel rojo en la mano de la chica, las flores sobre su
cabeza, los zapatos rojos, los labios perfectamente pintados, los senos
erguidos, la mirada que coquetea con el espectador y le invita a observar,
cuando ella misma se sabe observada por su amante que la mira desde atrás; más
aún, el espectador tiene la sensación de saberse observado mientras observa. Es
como un juego perverso: el voyeur del voyeur.
Tal vez los sucesores
inmediatos de Zuloaga maldijeron al pintor por el affair “La oterito”,
sobrenombre con el que era conocida Eulalia Franco. Pero los descendientes de
esos primeros descendientes estarán ahora muy contentos ante la posibilidad
inminente de embolsarse una nada despreciable cantidad de Euros. Todo sea en
beneficio del arte.
Venus Rex