lunes, 30 de octubre de 2017

La era de la ansiedad: El grito, de Munch

The Scream Munch Venus Rey Jr
Primera versión de El grito (1893). Óleo, temple y pastel sobre cartón. 91cm x 73.5cm.

Edvard Much escribió: 

«Enfermedad, locura y muerte fueron los ángeles negros que vigilaron mi cuna.» 

El pintor pudo plasmar en sus cuadros este sentimiento de ansiedad, y quizá El grito (Skrik, en noruego) sea la máxima expresión de ello.

Hace unos años, en 2012, un empresario estadounidense compró una de las cuatro versiones de El grito por una cantidad astronómica: casi 120 millones de dólares, lo que lo convierte en uno de los cuadros más caros de la historia.


Pero, ¿qué es El grito?

El grito es la obra más famosa de una serie de cuadros que Munch denominó El friso de la vida: un poema sobre la vida, el amor y la muerte. Planeó esta serie desde inicios de los 1890’s, cuando residía en Berlín. En la serie aparecen obras como La tormenta, Luz de luna, Rose y Amelie, Madonna, Vampiro… y, claro, El grito.

Pero El grito no es un cuadro, sino cuatro:

  • ·     La primera versión, de 1893; hace uso de técnicas mixtas: óleo, temple y pastel sobre cartón. Se encuentra en la Galería Nacional de Oslo.
  • ·     Una segunda versión, también de 1893, que emplea sólo pastel y que se exhibe en el Museo Munch de Oslo.
  • ·     La tercera versión, que es la que subastó Sotheby’s, es también un pastel y data de 1895. Pertenece a la colección privada de Leon Black.
  • ·     Finalmente, una cuarta versión en óleo, de 1910. Se encuentra en el Museo Munch.


El grito es uno de los ejemplos más conocidos de arte expresionista. Esta corriente se caracteriza por distorsionar y exagerar los trazos con la finalidad de lograr un impacto en la emoción. El expresionismo busca golpear las emociones del observador, de una manera brutal, si es posible. No se trata de que el observador disfrute el arte, digámoslo así, sino de que quede cimbrado, que sucumba al golpe devastador que supone la obra. Para alcanzar este fin, el expresionismo llega a valerse de la fealdad y de lo grotesco.

El expresionismo es sumamente psicológico y subjetivo: el artista expresa sus miedos, sus ansiedades, sus traumas y los proyecta como miedos, ansiedades y traumas de la propia civilización: así como el artista se desmorona en su propia desgracia, así la civilización sea cae a pedazos sobre sus propios fundamentos. Sin duda Munch es uno de los representantes más conocidos de esta corriente.

Me parece que la mejor explicación de El grito es la del propio Munch:

«Una tarde caminaba yo por un sendero, la ciudad estaba a un lado y abajo había un fiordo. Me sentí cansado y enfermo. Me detuve y miré por encima del fiordo: el sol se estaba poniendo y las nubes adquirían un color rojo sangre. Sentí un grito pasando a través de la naturaleza. Me pareció escuchar ese grito. Pinté el cuadro y pinté las nubes como sangre verdadera. El color chilló: así nació El grito


Edvard Munch (1863-1944)
Poco antes de la última versión de El grito, Munch sufrió un severo colapso mental: demasiado alcohol, presiones y un affair amoroso que fracasó. Decidió regresar a Noruega para recuperarse y ahí escribió algo sorprendente:

«No abandonaría nunca mi enfermedad. Mucho de mi arte se debe a ella.»

El artista está consciente de su locura y de su genio; sabe que este último no puede subsistir sin la primera.

Munch se concebía a sí mismo como un alguien que disecciona almas, y en eso puede resumirse su credo artístico:

«Así como Leonardo da Vinci estudió la anatomía humana y diseccionó cuerpos, así yo intento diseccionar las almas.»

Y vaya que lo logró.

Venus Rex