Título: Los Amantes.
Autor: Kitagawa Utamaro (japonés. n. Tokio, 1753; m. Tokio, 1806)
Fecha de composición: 1788.
Dimensiones: 24.8 x 37.4 cm.
Técnica: Woodblock print (grabado de madera) sobre papel.
Residencia: Victoria and Albert Museum, London.
Queridos amigos:
La belleza de este cuadro reside en su simplicidad. Es tan lírico que, valga la expresión, es casi un poema. Observen las líneas: aquellos trazos suaves de los cuerpos confieren a los amantes y al espectador una intimidad y un erotismo muy difíciles de lograr en el arte occidental. Las texturas de las sedas en los kimonos invitan a uno a abandonarse en el amante (quiero decir, el amante de cada quien), a entregarse y a llevar a nuevos límites todas y cada una de las facultades sensitivas.
Este cuadro es una caricia, un regalo para los sentidos, una imagen sublime, llena de poesía y de belleza. No hay perspectiva ni profundidad, ni exhuberancia en el color, a diferencia del arte europeo de esa época (estamos hablando de la segunda mitad del siglo XVIII: finales del rococó, principios del neoclásico); sólo líneas sugestivas deslizándose en finas cadencias que nos remiten a la doctrina Zen: ¡el abandono de los amantes es tal, que ni siquiera proyectan sombras! Y al mismo tiempo, vaya paradoja, a pesar del intenso erotismo, la imagen es espontánea, casi inocente (¡miren a la mujer!). La intimidad de los amantes es tan natural que difícilmente podría haber algún motivo de censura (a diferencia del explícito y casi vulgar erotismo –muy próximo a la pornografía– de algunos pintores europeos contemporáneos de Utamaro, como Boucher o Füssli).
Sé que este grabado pertenece a una colección creada por Utamaro en la década de los 80’s (siglo XVIII, claro está) llamada El Poema de la Almohada (Poem of the Pillow). No sé si han visto el film The Pillow Book, del cineasta Peter Greenaway. Se las recomiendo a propósito de almohadas, poemas, libros e imágenes. Hay una frase muy interesante dicha por una de las protagonistas: “tengo la certeza de dos cosas que dependen una de la otra: el placer del los sentidos y el placer de la literatura”. En inglés suena más explícito: “I’m certain of two things which are dependable: the pleasure of flesh and the pleasure of literature”. Frase muy oportuna en este caso, pues aunque literatura y pintura son disciplinas diversas, a fin de cuentas las dos son arte, las dos constituyen experiencias estéticas ilimitadas. Y el erotismo, no cabe duda, puede ser un aspecto o faceta nada despreciable de dicha experiencia.
En verdad espero que disfruten esta espléndida obra. Debo confesar que mi conocimiento del arte oriental es sumamente pobre; pero esta imagen vale más que muchos tomos de arte japonés. Habrá que ir al Daikoku a meditarlo.
Reciban todos un saludo.
VENUS ReXAhora lean esto con grafía japonesa, a ver si pueden!!!
Queridos amigos:
La belleza de este cuadro reside en su simplicidad. Es tan lírico que, valga la expresión, es casi un poema. Observen las líneas: aquellos trazos suaves de los cuerpos confieren a los amantes y al espectador una intimidad y un erotismo muy difíciles de lograr en el arte occidental. Las texturas de las sedas en los kimonos invitan a uno a abandonarse en el amante (quiero decir, el amante de cada quien), a entregarse y a llevar a nuevos límites todas y cada una de las facultades sensitivas.
Este cuadro es una caricia, un regalo para los sentidos, una imagen sublime, llena de poesía y de belleza. No hay perspectiva ni profundidad, ni exhuberancia en el color, a diferencia del arte europeo de esa época (estamos hablando de la segunda mitad del siglo XVIII: finales del rococó, principios del neoclásico); sólo líneas sugestivas deslizándose en finas cadencias que nos remiten a la doctrina Zen: ¡el abandono de los amantes es tal, que ni siquiera proyectan sombras! Y al mismo tiempo, vaya paradoja, a pesar del intenso erotismo, la imagen es espontánea, casi inocente (¡miren a la mujer!). La intimidad de los amantes es tan natural que difícilmente podría haber algún motivo de censura (a diferencia del explícito y casi vulgar erotismo –muy próximo a la pornografía– de algunos pintores europeos contemporáneos de Utamaro, como Boucher o Füssli).
Sé que este grabado pertenece a una colección creada por Utamaro en la década de los 80’s (siglo XVIII, claro está) llamada El Poema de la Almohada (Poem of the Pillow). No sé si han visto el film The Pillow Book, del cineasta Peter Greenaway. Se las recomiendo a propósito de almohadas, poemas, libros e imágenes. Hay una frase muy interesante dicha por una de las protagonistas: “tengo la certeza de dos cosas que dependen una de la otra: el placer del los sentidos y el placer de la literatura”. En inglés suena más explícito: “I’m certain of two things which are dependable: the pleasure of flesh and the pleasure of literature”. Frase muy oportuna en este caso, pues aunque literatura y pintura son disciplinas diversas, a fin de cuentas las dos son arte, las dos constituyen experiencias estéticas ilimitadas. Y el erotismo, no cabe duda, puede ser un aspecto o faceta nada despreciable de dicha experiencia.
En verdad espero que disfruten esta espléndida obra. Debo confesar que mi conocimiento del arte oriental es sumamente pobre; pero esta imagen vale más que muchos tomos de arte japonés. Habrá que ir al Daikoku a meditarlo.
Reciban todos un saludo.
VENUS ReX
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