Título: Cristo Hipercúbico.
Autor: Salvador Dalí (español. n. Figueras, 1904-m. Figueras, 1989)
Fecha de composición: 1954.
Dimensiones: No disponibles.
Técnica: Óleo sobre Lienzo.
Residencia: No disponible.
Estimados amigos:
Dalí es una de las principales figuras del arte en el siglo XX. Si consideramos que él y Picasso fueron quizá los pintores más famosos de ese siglo, entonces el lugar de España en las artes plásticas fue de primerísimo nivel. De hecho, desde los grandes pintores barrocos, España no había tenido figuras tan relevantes –Goya es la excepción–.
Dalí sin duda fue un gran genio. Controvertido, cierto, pero a fin de cuentas genio. En un principio irreverente, escéptico, fanfarrón, extravagante, egoísta, loco, pero siempre genial. Esta actitud desafiante le valió amigos y enemigos por doquier. Sabemos, salvo mejor opinión de ustedes, que Dalí fue el pintor surrealista de más peso. Y también sabemos que el surrealismo, en pocas palabras, es Freud llevado al terreno de las artes. Y las ideas de Freud, sexuales a más no poder, repercutieron, no sé si de modo grotesco o sublime, en las obras surrealistas. El contenido erótico de Dalí es intenso, explícito, amenazador. Pero no me voy a referir a ese aspecto. Me voy a referir a una especie de conversión sufrida por nuestro artista. Una conversión extraña, insólita y, dados los antecedentes, casi incomprensible. Dalí fue siempre el escándalo y el dolor de cabeza de los sectores católicos más conservadores. No obstante, a partir de 1949 incursionó en el terreno religioso.
Hay tres obras clave en esta etapa: “La última Cena”, el “Cristo de San Juan de la Cruz”, y el “Cristo Hipercúbico” que ahora presento.
¿Qué podemos pensar de aquel joven Dalí que se mofaba de la religión y ridiculizaba, junto con Buñuel y otros surrealistas, las jerarquías católicas? Y de pronto cambia la actitud. Ahora tenemos un Dalí que habla de “un renacimiento religioso sobre la base de un Catolicismo progresista”. Ahora tenemos un Dalí que pinta Madonnas y Cristos. Ahora tenemos un Dalí cuyo credo artístico reza: “integración, síntesis, cosmogonía, fe”. Increíble viniendo del autor de “Virgen autosodomizada por los cuernos de su propia castidad” (obra que pertenece a la colección Playboy; ¡virgen que, por cierto, representa a su propia hermana!).
Increíble si se trata del autor del “Gran Masturbador” (sin comentarios). ¿Qué pasó con Salvador Dalí? Incluso, según una monografía editada por Taschen, en un momento dado llegó a pedir la aprobación del Papa para uno de sus cuadros. ¿Se estaba burlando? Con Dalí nunca se podía saber.
Pero nada de lo dicho importa. Lo que importa es la perfección, la grandeza, la infinita belleza del Cristo Hipercúbico. Un Cristo surrealista. Y es que, a fin de cuentas, si entendemos bien qué significa la palabra “surrealismo”, por lo menos desde el punto de vista etimológico (“sobre la realidad”), y dejamos a un lado todas las ideas freudianas, podemos buscar un término sustituto que se acerque más a nuestros condicionantes culturales: “sobrenatural”. Toda religión está en el ámbito de lo sobrenatural. Por esta razón, vale decir que toda religión es, en cierto sentido, surrealista. Esto lo digo, desde luego, con todo el respeto y cuidado posibles, para evitar malos entendidos. Este Cristo de Dalí es sublime. Pocas las ocasiones en que el genio humano ha sido capaz de captar lo sobrenatural. Y menos aún las ocasiones en que el genio humano ha sido capaz de plasmar lo sobrenatural en un lienzo. Creo que Dalí se acerca mucho, si no es que de hecho alcanza, esta perfección. Por eso el Cristo Hipercúbico maravilla; por eso el Cristo Hipercúbico inspira; por eso el Cristo Hipercúbico conmociona a quien lo ve. Nadie, creyente o ateo, puede permanecer indiferente. ¡Gala en oración es un plus! Magnífica obra.
En fin, un aspecto de la pintura de Dalí que hay que subrayar.
Reciban todos un abrazo!!!!
Venus ReX
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