Cápsula Filosófica No. 6
Acerca del fin del mundo
Chichén Itza |
Todo mundo habla, en
broma o en serio, del inminente fin del mundo, que, según la profecía maya,
tendrá lugar este viernes 21 de diciembre de 2012. Pero, ¿quién ha leído
directamente la famosa profecía? Yo creo que nadie, o muy pocos. Es más, habría
que preguntar dónde la leyeron. Desde luego que el mundo seguirá millones de
años más. Esto del fin del mundo, según los mayas, no deja de ser anecdótico.
El verdadero fin del mundo es otro.
Berkeley |
Georges Berkeley
(1685-1753), uno de los grandes filósofos del empirismo, afirmó que el ser era el-ser-percibido. ¿Qué significa esto? Pensemos en una cueva en la
región boreal de la luna Europa, o en la luna de un planeta a millones de años
luz de aquí. ¿Existe? En términos absolutos, existe; en términos relativos, es
decir, para cada uno de nosotros, pues no existe. Pensemos en una persona que
viva en India, que se llame Indira o Naya, que tenga aproximadamente nuestra
edad. Seguro que habrá alguien en India con estas características. ¿Existe? En
términos absolutos sí, porque si vamos a India y lo buscamos, seguro lo
encontramos; en términos relativos, no. ¿Por qué? Porque ni Indira ni Naya
forman parte de mi horizonte de percepciones. Ni yo existo para él o ella,
porque no soy parte de su horizonte de percepciones. Lo mismo podríamos decir
de una especie inteligente que habite en un planeta más allá de nuestro
universo observable: no existen para mí, ni yo para ellos.
Póster del film "Matrix" |
Nuestro universo se
reduce a nuestro horizonte pasado y presente de percepciones, y, si nos ponemos
muy rigoristas, nuestro universo está conformado sólo por la percepción
presente. Así como existe una distinción entre el universo total y el universo
observable, así existe una distinción entre la realidad total y nuestro
reducido horizonte de percepciones presente; y esto último es todo nuestro
universo. Por esta razón, en cierto sentido (ya lo ha dicho el mismo Berkeley,
o Kant), el hombre da unidad al universo, lo construye. En el caso de Berkeley,
las cosas llegan al extremo: no existe más realidad que las mentes y las ideas.
Y por eso, el día que morimos, el día que cerramos para siempre nuestros ojos,
ese día se diluye y desaparece por completo el universo en términos relativos,
es decir, para cada uno de nosotros. Ese día es el fin del mundo.
Ustedes dirán que el
planteamiento de Berkeley es insensato, pues si yo doy realidad a las cosas por
el hecho de percibirlas, al no percibirlas, ¿dejan las cosas de ser? El mismo
Berkeley pone de ejemplo su escritorio: es, en tanto lo percibe; si no lo
percibe, no es. Entonces, ¿el escritorio sale y entra a la existencia según lo
perciba Berkeley? En cierto sentido sí. Aunque sabemos que, lo perciba o no lo
perciba, de todos modos ahí está el escritorio. A fin de cuentas, uno es el que
percibe: en el momento en que veo la inmensa y majestuosa Ciudad de México a
mis pies, en ese momento la Ciudad de México es percibida por mí, y existe para
mí y para cualquiera que la perciba. Pero yo no puedo percibir por lo demás, y
por eso la percepción de los otros me es ajena e indiferente. La Ciudad de
México está ahí, sólo percibida por mi espíritu. Si en este momento muriera, la
Ciudad de México dejaría de ser percibida por mí y caería, conmigo, en la
negritud de la nada. Así, la realidad existe sólo para mí, espíritu que
percibe, y para cualquier otro que perciba; en última instancia, todo existe en
Dios, dice Berkeley, cuando no es percibido por nosotros, y así se evita el
problema de que las cosas entren y salgan de la existencia según sean o no
percibidas. Claro que el razonamiento es muy complejo. Yo sólo trato de
expresar las líneas maestras de dicho razonamiento.
Ciudad de México |
Volviendo al tema del fin
del mundo, hace poco más de un año falleció mi abuela, justo en mayo de 2011,
cuando todo mundo hablaba del fin del mundo que había vaticinado Harold
Camping. Desde luego no pasó nada. Pero ciertamente ocurrió el fin del mundo
para mi abuela. En ese momento entendí la doctrina de Berkeley.
Un abrazo a
todos. Venus ReX.
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