lunes, 13 de mayo de 2013

Wagner: Orgía en el Monte de Venus

Tannhäuser, de Wagner: Orgía en el Monte de Venus.
Tannhäuser. Producción del Gran Teatro del Liceo, Barcelona

La confrontación del amor espiritual y del amor carnal desemboca en una tensión irresoluble. Pocas son las composiciones musicales que han logrado expresar esta tensión. Una de ellas es la ópera Tannhäuser, de Richard Wagner. Su obertura es un compendio maravilloso de esa tensión.
 
Producción del Gran Teatro del Liceo, Barcelona



Producción del Teatro Real, Madrid
Existen varios temas y motivos en esta obertura musical. Por un lado tenemos el coro de los peregrinos, tema solemne, reflexivo, profundo, que nos remite a la penitencia y a la esperanza de alcanzar el perdón. Inicia con dos clarinetes, dos cornos y dos fagotes en la tonalidad de mi mayor. Inmediatamente después entra ese tema cromático, místico, en las cuerdas y en los alientos. Y luego, como traídos por heraldos celestes, irrumpen los trombones. Esta sección inicial termina como empezó: con los cornos, los clarinetes y los fagotes cantando el tema de los peregrinos.


Producción del Teatro Real, Madrid
Y después… después la orgía, la sensualidad, la voluptuosidad, el anhelo, el deseo: el himno de Venus, la música del Monte de Venus (Venusberg; Wagner sabía perfectamente lo que hacía): el héroe en los brazos de la concupiscencia, el violín de la lascivia, voyeur en éxtasis, y el himno triunfante de Venus, sexo invicto, saturación de los sentidos, derrame de pasión. Faunos, ninfas, náyades, sátiros, demonios, mujeres, hombres y hasta el mismo dios Pan, todos desnudos copulan con frenesí mientras Venus y Tannhäuser unen también sus sexos en un rito dionisiaco, pagano, diabólico.


Producción de Bruselas
Pero el amor espiritual es más grande que la carne. Después de esta bacanal, el principio del fin: escuchamos de nuevo el canto de los peregrinos y, al fondo, escalas descendentes en las cuerdas, como reminiscencia de la libido. Prosiguen esas mismas escalas descendentes, ahora sirviendo de soporte al motivo del perdón, ese maravilloso tema cromático.

En uno de los finales más memorables, solemnes y sobrecogedores de todo el repertorio musical, la obertura termina con el canto de los peregrinos, ahora en los trombones. No hay palabras para describir semejante cosa. Ese acorde final de mi mayor quedará por siempre en la memoria de quien tenga la dicha de escuchar esta música.
Han pasado apenas catorce o quince minutos y ya todo esta dicho. ¡Y ni siquiera ha comenzado el primer acto!
 
Gran Teatro del Liceo, Barcelona

Teatro Real, Madrid
Existen dos versiones de la ópera: la versión de Dresde, que data de 1845, y la versión de París, de 1861. La obertura, como pieza de concierto, corresponde a la versión de Dresde. En la versión de París, la obertura se liga directamente a la bacanal del Venusberg, que, por cierto, es uno de los pasajes musicales más intensos jamás compuestos: música totalmente erótica, escrita para representar un ballet con escenas de sexo explícito (claro, se trata de una bacanal, no de una kermés infantil).

Teatro Real, Madrid
Los franceses tienen la deshonra de haber abucheado a Wagner en el estreno de Tannhäuser en París. Peor aún, para que la ópera fuera representada en el Théâtre Lyrique, los franceses cometieron la aberración de cantarla en francés. Wagner, que de por sí no sentía ninguna simpatía por los franceses, después de este desaire los consideró subnormales.

La ópera estuvo censurada en España, hasta 1887. Sabemos del extremo conservadurismo clerical que no veía con buenos ojos una ópera con un tema tan sexual (en la España del XIX aún los liberales eran conservadores). Como en París, los españoles cometieron la aberración –no se puede llamar de otra manera– de cambiar el idioma, ahora italiano, pues los productores sabían de la cierta predisposición de los hispano-parlantes hacia la ópera en alemán, inglés, ruso, o cualquier otra lengua que no sea el italiano o el francés.
 
Monte de Venus (Mons Veneris, Venusberg). Fotografía Asís Alcalá

Bruselas
El tema de la ópera es la redención, como casi todos los dramas wagnerianos –hay que recordar que, después de Parsifal, su última ópera, Wagner estaba planeando un drama musical con Jesús de Nazareth como protagonista (¡JC Superstar estilo tedesco!) –. El caballero Tannhäuser ha estado en los brazos de Venus y ha sido morador del Venusberg (¿pueden imaginar metáfora más sexual que esta? Ha sido morador del mons veneris), es decir, ha preferido saciar su lujuria y ha renegado de Dios, cosa terrible, y de Elisabeth, la mujer que le ama con un amor honesto, casto y espiritual. Tannhäuser, como don Juan o como Fausto, y muy probablemente como cualquiera de nosotros, se ha decantado por el hardcore. Al final Tannhäuser, a quien el papa le negó el perdón de semejante pecado, encontrará la salvación gracias a Elisabeth, que murió de amor por él y que rogó por su alma.

Teatro Real, Madrid

Les dejo un link que habla sobre la producción de esta ópera en el Teatro Real de Madrid (una producción con escenas explícitas de sexo): http://www.rtve.es/noticias/20090310/tannhuser-mas-provocativo-explicito-teatro-real/247087.shtml

Comparto con ustedes esta versión completa de la obertura, bajo la batuta de Christian Thielemann. El tempo del final un poco rápido para mi gusto, pero no deja de ser notable esta versión en vivo con la presencia de un emocionado Benedicto XVI (la venganza de Tannhäuser: recordemos que en la leyenda medieval, el papa niega perdón a este caballero). 




Finalmente, pongo a disposición de todo aquel que me lo pida, la obertura Tannhäuser, en archivo de audio digital, dirigida por Georg Solti.
Venus ReX

Barcelona

Barcelona

Bruselas

Bruselas


Por cierto, este mes de mayo es el bicentenario del natalicio de Richard Wagner.



Richard Wagner (1813-1883)

1 comentario:

  1. Me encantó, muero por escucharla!! Como siempre tus artículos son muy interesantes Venus gracias por seguir compartiendo

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