Queridos amigos:
Caravaggio es una de las figuras más importantes del barroco temprano. La Incredulidad de Santo Tomás, que data de 1602, nos permite ver el tremendo pathos y los estadios psicológicos como antes no se habían visto; además del dominio angelical de la luz que anuncia y antecede a Rembrandt, Velázquez o Rubens.
Después de ver esta pintura, con la que quedamos tan sorprendidos, incrédulos y boquiabiertos como santo Tomás, es posible comprender un poquito más a este santo en su estupor, pues, ¿no acaso el espectador siente algo similar frente a este hermosísimo cuadro? Uno se pregunta si esto puede ser real, si tanta belleza y perfección pueden ser reales. Parece que no, y de ahí la incredulidad. Pero al final, cuando uno sabe que sí es posible, viene el regocijo. La herida de Cristo es sublime. Todo Cristo es un derroche de belleza y perfección. Observen las miradas estupefactas de los personajes. Son las mismas miradas excitadas de quienes tienen el privilegio de observar esta maravilla pictórica. Con este solo cuadro, uno entre los tantos prodigios que creó, Caravaggio tiene más que suficiente para ganarse la inmortalidad dentro de la Historia del Arte.
La figura de Caravaggio es por demás fascinante: vida agitada y novelesca, incomprensión de sus contemporáneos, constantes huidas y todos los ingredientes necesarios para ganarse el nombre de artista maldito; tal vez el primero de esta extraña estirpe, y sin duda uno de los más conspicuos.
Ojalá disfruten esta obra de arte inmortal.
VENUS REX
No hay comentarios:
Publicar un comentario