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miércoles, 22 de noviembre de 2017

Dario Fo: La hija del papa. Lucrecia Borgia bajo la mirada de un Premio Nobel

Lucrecia Borgia, la hija del papa
Dario Fo
Editorial Siruela, 274 pp.
Calificación: 




 No pierdas tu tiempo
 Solo para fans del autor o interesados en el tema
 Vale la pena leerlo
 Muy recomendable
 Absolutamente imprescindible


Son muchos los libros que tienen como tema a la familia Borgia. ¿Qué tiene de diferente el de Dario Fo?

En primer lugar, se trata de una obra literaria escrita por un premio Nobel.

En segundo lugar, es un libro que combina el género biográfico, el ensayo y la novela, mezcla de ficción y no ficción, con una fuerte dosis de drama teatral, pues hay que tener muy presente que Dario Fo fue un hombre de teatro, no sólo dramaturgo, sino también actor y escenógrafo.

En tercer lugar, porque, a diferencia de otros títulos, el de Fo se centra en la figura de Lucrecia Borgia, y no tanto en la figura de su padre, el papa Alejandro VI, o de su hermano César. Los diferentes títulos generalmente llegan a su fin con la muerte del papa. Lucrecia sobrevivió a su padre más de quince años, así que la muerte del papa no es la culminación del libro, sino sólo un episodio.

Y, finalmente –y yo creo que este es el punto más importante–, el texto de Dario Fo no es un libelo infamatorio. Fo se cuida de no caer en lugares comunes y de no repetir los supuestos crímenes y depravaciones de la familia Borgia.

Escena que recrea el supuesto incesto entre César y Lucrecia Borgia.
(The Borgias, 2011)
Según Dario Fo, Lucrecia Borgia (1480-1519) no fue el monstruo que muchos retratan. Se le ha acusado de cometer incesto, tanto con su padre como con su hermano César; de practicar la brujería y las artes del envenenamiento; de ser extremadamente lujuriosa y frívola y de tener una cantidad incontable de amantes.

Lo cierto es que Lucrecia fue una mujer muy ilustrada, que leía desde pequeña en griego y en latín, que era profunda conocedora de las artes, que amaba la poesía, y que tenía un talento político y diplomático fuera de discusión. Claro que sirvió a los intereses de su familia, como es de esperarse de cualquier persona, pero también sirvió y fue leal a la familia de su último esposo, los d’Este de Ferrara. Sobre las acusaciones en el sentido de que Lucrecia hubiese cometido incesto equiparado con Francesco Gonzaga (esposo de su cuñada Isabella d’Este), Fo las considera infundadas; el único amante que sí efectivamente tuvo Lucrecia fue el poeta y diplomático Pietro Bembo.

Póster de la serie de televisión de 2011

Era común que sobre el papa en turno se construyera una leyenda negra. Rodrigo fue el segundo papa de la familia valenciana, y el más infamemente recordado. Se sabe que antes de acceder a la silla de San Pedro tuvo una mujer y procreó varios hijos con ella: Juan, César, Jofre y Lucrecia; se sabe también que, ya siendo papa, no sólo no dio fin a su relación con su mujer, Vanozza dei Cattanei, sino que se hizo de una muy joven amante, Giulia Farnese, por cierto esposa de un miembro de la familia Orsini; se sabe que practicó el nepotismo, cosa por demás común en la época, nombrando a su hijo César, primero cardenal y luego Confaloniero, es decir, jefe militar de los Estados Pontificios; y se sabe que actuó como un príncipe temporal, intrigando, ordenando asesinatos, concertando alianzas, más que como el pastor de la Iglesia. Sin embargo, las acusaciones de incesto y otras depravaciones no tienen sustento. Lo único que existe son rumores. Era común que las familias rivales se valieran de la propaganda negra para atacarse entre sí. Desde luego no estoy diciendo que la familia Borgia hubiese sido un modelo de virtud, nada más lejos de la realidad, pues también se sabe de la posible participación de César en el asesinato de su hermano Juan, y de la planeación, junto con su padre, el papa, del asesinato del segundo esposo de Lucrecia, Alfonso de Aragón.


Hilliday Grainger y Fraçois Arnaud dan vida a Lucrecia y César Borgia

La hija del papa es un libro que hay que leer. Mucho más sobrio e imparcial que La Roma de los Borgia, de Apollinaire, o que Los Borgia, de Mario Puzo –que son las otras dos obras literarias que he leído sobre el tema–, el texto de Dario Fo nos presenta una Lucrecia fascinante, en extremo hábil e inteligente, de la cual todo mundo se enamoraría; amén de su ya proverbial belleza, que los artistas e intelectuales de la época reconocieron.

Venus Rex
Dario Fo, Premio Nobel de Literatura 1997

lunes, 24 de julio de 2017

Poética del Sexo: el Cantar de los Cantares de la literatura lésbica. Un relato de Jeanette Winterson

Poética del Sexo (Poetics of Sex)

Un relato de Jeanette Winterson
Ebook editado por Random House
Calificación: 




 No pierdas tu tiempo
 Solo para fans del autor o interesados en el tema
 Vale la pena leerlo
 Muy recomendable
 Absolutamente imprescindible


Poética del Sexo es un relato bellísimo que nadie debería perderse. Aparece en el volumen de relatos cortos «The World and other places», publicado en 1998. Como escribe Diana L. Swanson, profesora en los departamentos de Woman’s Studies y Literatura de la Nothern Illinois University: 

«Combina Monique Witting, Emily Dickinson, Gertrude Stein, Marilyn Hacker y el Cantar de los Cantares del rey Salomón, y tendrás una idea de la pasión, la exuberancia del lenguaje, la inventiva literaria y la intensidad metafórica de este texo…»

Kiss, fotografía de Tanya Chalkin
Debo confesar que cuando lo leí quedé totalmente sacudido. No sabía ya para dónde voltear. La belleza del lenguaje me arrobó, me sumergió en el delicioso placer de las palabras y me llevó hasta la bóveda celeste para que, literalmente, me quedara viendo las estrellas.

Poética del Sexo es un relato breve. Se lee en menos de media hora. Pocos textos tan efectivos para mostrarnos la maravillosa sexualidad de las mujeres que se sienten atraídas por mujeres. Después de leer Poética del Sexo creo que el mundo de ellas es mucho más hermoso, sutil y precioso que el nuestro.


Poética del Sexo es un monólogo en donde la autora británica se desdobla e inicia una charla a modo de entrevista en la que da respuesta a varias preguntas:


¿Por qué te acuestas con chicas?
¿Cuál de vosotras es el hombre?
¿Qué hacen las lesbianas en la cama?
¿Naciste lesbiana?
De nuevo: ¿Naciste lesbiana?
¿Por qué odiáis a los hombres?
¿No tenéis la sensación de que os falta algo?
De nuevo: ¿Por qué te acuestas con chicas?



No la respuesta que en un nivel primario muchos esperarían. No. Las respuestas son poéticas y están llenas de pasión, de metáfora y de belleza. Aquí es donde me queda clara la relación que hace la profesora Swanson con el Cantar de los Cantares. En un nivel ordinario, un lector descuidado podría incluso pensar que las respuestas no tienen nada que ver con las preguntas. Las respuestas están en las palabras, pero también detrás de ellas, entrelíneas, en la alegoría, en las inflexiones, en la casi insoportable belleza del discurso. Demasiada belleza hace daño a espíritus vulgares.

Jeanette Winterson nos comparte estas respuestas mientras nos narra la relación que tiene con Picasso, el nombre en clave de su amante mujer.

Para muestra un botón:

«Lo que contiene el pequeño espacio entre mis piernas no es ni tu artística lengua ni ninguna otra de las piezas que tocas a voluntad, sino el universo que bajo las sábanas creamos juntas.»




Quien tenga prejuicios en contra de las lesbianas, estoy seguro que después de leer este relato se sentirá estúpido: estúpido por su necedad y porque no va a entender nada. Quien tiene prejuicios en contra de estas mujeres demuestra que muy difícilmente podría entender la belleza en general y la belleza de este texto en particular.


Veamos este otro pasaje, que podría hasta resultar blasfemo para la susceptibilidad conservadora y religiosa, pero que es inquietantemente cierto y hermoso porque revela ese universo; un universo que, dada mi condición de hombre, jamás podré entender a cabalidad –y eso, créanme, para mí es motivo de congoja–:

«Al hacer el amor creamos un diccionario de palabras prohibidas. Somos palabras, frases, historias, libros. Tú eres mi Nuevo Testamento. Somos el Evangelio la una para la otra, yo soy tu anunciación, tu revelación. Tú eres mi san Marcos, con el león alado a tus pies. Serás mía, también el león, me encabritaré debajo de ti hasta que aprendas a montarme. No me claves demasiado esas espuelas. Este amor lexicográfico no resulta demasiado sencillo. Cuando te hayas metido en mis profundidades, yo terminaré a mi vez, y tú serás para mí marido y mujer, y yo seré lo mismo para ti.»

Y más adelante:

«Mis sentimientos por ti son bíblicos. Es decir, intensos, temerarios, arrogantes, desenfrenados y totalmente indiferentes al devenir del mundo. Luzco mis heridas sangrantes, loca de pura certeza. El Reino de los Cielos está dentro de ti, Picasso. Bendita seas.»

¡Dios, mío! Después de estas páginas, uno no puede ser el mismo –o la misma–. Me pregunto si muchos de los que santifican su amor y lo elevan a una dimensión sacramental, en realidad se aman con la fuerza y la plenitud que nos expresa este relato. No sé.


En fin, no pueden perderse Poética del Sexo. Desde hoy soy fan absoluto de Jeanette Winterson.

Venus Rey Jr (Venus Rex)
Jeanette Winterson

miércoles, 5 de octubre de 2011

No. 64 Erotismo japonés. Verdadera maravilla del arte!!! Saludos.

Título: Los Amantes.


Autor: Kitagawa Utamaro (japonés. n. Tokio, 1753; m. Tokio, 1806)


Fecha de composición: 1788.


Dimensiones: 24.8 x 37.4  cm.


Técnica: Woodblock print (grabado de madera) sobre papel.



Residencia: Victoria and Albert Museum, London.



Queridos amigos:

La belleza de este cuadro reside en su simplicidad. Es tan lírico que, valga la expresión, es casi un poema. Observen las líneas: aquellos trazos suaves de los cuerpos confieren a los amantes y al espectador una intimidad y un erotismo muy difíciles de lograr en el arte occidental. Las texturas de las sedas en los kimonos invitan a uno a abandonarse en el amante (quiero decir, el amante de cada quien), a entregarse y a llevar a nuevos límites todas y cada una de las facultades sensitivas.

Este cuadro es una caricia, un regalo para los sentidos, una imagen sublime, llena de poesía y de belleza. No hay perspectiva ni profundidad, ni exhuberancia en el color, a diferencia del arte europeo de esa época (estamos hablando de la segunda mitad del siglo XVIII: finales del rococó, principios del neoclásico); sólo líneas sugestivas deslizándose en finas cadencias que nos remiten a la doctrina Zen: ¡el abandono de los amantes es tal, que ni siquiera proyectan sombras! Y al mismo tiempo, vaya paradoja, a pesar del intenso erotismo, la imagen es espontánea, casi inocente (¡miren a la mujer!). La intimidad de los amantes es tan natural que difícilmente podría haber algún motivo de censura (a diferencia del explícito y casi vulgar erotismo –muy próximo a la pornografía– de algunos pintores europeos contemporáneos de Utamaro, como Boucher o Füssli).

Sé que este grabado pertenece a una colección creada por Utamaro en la década de los 80’s (siglo XVIII, claro está) llamada El Poema de la Almohada (Poem of the Pillow). No sé si han visto el film The Pillow Book, del cineasta Peter Greenaway. Se las recomiendo a propósito de almohadas, poemas, libros e imágenes. Hay una frase muy interesante dicha por una de las protagonistas: “tengo la certeza de dos cosas que dependen una de la otra: el placer del los sentidos y el placer de la literatura”. En inglés suena más explícito: “I’m certain of two things which are dependable: the pleasure of flesh and the pleasure of literature”. Frase muy oportuna en este caso, pues aunque literatura y pintura son disciplinas diversas, a fin de cuentas las dos son arte, las dos constituyen experiencias estéticas ilimitadas. Y el erotismo, no cabe duda, puede ser un aspecto o faceta nada despreciable de dicha experiencia.

En verdad espero que disfruten esta espléndida obra. Debo confesar que mi conocimiento del arte oriental es sumamente pobre; pero esta imagen vale más que muchos tomos de arte japonés. Habrá que ir al Daikoku a meditarlo.

Reciban todos un saludo.
VENUS ReX




Ahora lean esto con grafía japonesa, a ver si pueden!!!



Queridos amigos:

La belleza de este cuadro reside en su simplicidad. Es tan lírico que, valga la expresión, es casi un poema. Observen las líneas: aquellos trazos suaves de los cuerpos confieren a los amantes y al espectador una intimidad y un erotismo muy difíciles de lograr en el arte occidental. Las texturas de las sedas en los kimonos invitan a uno a abandonarse en el amante (quiero decir, el amante de cada quien), a entregarse y a llevar a nuevos límites todas y cada una de las facultades sensitivas.

Este cuadro es una caricia, un regalo para los sentidos, una imagen sublime, llena de poesía y de belleza. No hay perspectiva ni profundidad, ni exhuberancia en el color, a diferencia del arte europeo de esa época (estamos hablando de la segunda mitad del siglo XVIII: finales del rococó, principios del neoclásico); sólo líneas sugestivas deslizándose en finas cadencias que nos remiten a la doctrina Zen: ¡el abandono de los amantes es tal, que ni siquiera proyectan sombras! Y al mismo tiempo, vaya paradoja, a pesar del intenso erotismo, la imagen es espontánea, casi inocente (¡miren a la mujer!). La intimidad de los amantes es tan natural que difícilmente podría haber algún motivo de censura (a diferencia del explícito y casi vulgar erotismo muy próximo a la pornografía de algunos pintores europeos contemporáneos de Utamaro, como Boucher o Füssli).

Sé que este grabado pertenece a una colección creada por Utamaro en la década de los 80’s (siglo XVIII, claro está) llamada El Poema de la Almohada (Poem of the Pillow). No sé si han visto el film The Pillow Book, del cineasta Peter Greenaway. Se las recomiendo a propósito de almohadas, poemas, libros e imágenes. Hay una frase muy interesante dicha por una de las protagonistas: “tengo la certeza de dos cosas que dependen una de la otra: el placer del los sentidos y el placer de la literatura”. En inglés suena más explícito: “I’m certain of two things which are dependable: the pleasure of flesh and the pleasure of literature”. Frase muy oportuna en este caso, pues aunque literatura y pintura son disciplinas diversas, a fin de cuentas las dos son arte, las dos constituyen experiencias estéticas ilimitadas. Y el erotismo, no cabe duda, puede ser un aspecto o faceta nada despreciable de dicha experiencia.

En verdad espero que disfruten esta espléndida obra. Debo confesar que mi conocimiento del arte oriental es sumamente pobre; pero esta imagen vale más que muchos tomos de arte japonés. Habrá que ir al Daikoku a meditarlo.

Reciban todos un saludo.
VENUS ReX