Título: Éxtasis de Santa Teresa.
Autor: Gianlorenzo Bernini (italiano. n. Nápoles, 1598; m. Roma, 1680)
Fecha de composición: circa 1647.
Dimensiones: 350 cm de altura.
Material: mármol.
Residencia: Santa Maria della Vittoria, Roma.
Amigos:
Gianlorenzo Bernini, viejo conocido nuestro, es uno de los creadores más extraordinarios de todos los tiempos. Un verdadero genio. No sólo un maravilloso pintor, sino además arquitecto, diseñador, escultor, dramaturgo, músico, ingeniero. Increíble. Sus logros en las artes plásticas son tan sublimes y excelsos que difícilmente encontrarían parangón.
Hace algún tiempo, compartí con ustedes “Plutón y Proserpina” (número 21) y la “Beata Ludovica” (número 10). Recuerdo que estas obras causaron gran placer y admiración. En ellas la piedra cobra vida. No faltó quien me sugiriera hablar del “Éxtasis de Santa Teresa”, para muchos la obra maestra de Bernini. En efecto, ante obras de arte como ésta, no podemos más que aceptar, con sumo placer, que la actividad creadora de los artistas es lo más parecido, desde el nivel estético, al acto creador de Dios. En mi opinión, los grandes artistas de la humanidad son quienes mejor han emulado al Todopoderoso. La obra de Bernini es una muestra de ello. Aquí las palabras sobran. Basta mirar la obra para experimentar un “éxtasis”, si no religioso como el de Santa Teresa, por lo menos estético. Una experiencia sobrecogedora, sin dudas. El espectador tendría que ser de piedra para no dejarse envolver por esta maravilla, para no caer rendido, extasiado, exhausto, ante tanta belleza y perfección.
Quien ha hecho el amor sabrá interpretar este detalle del pie |
Hay una anécdota documentada, visible en el Oxford Concise Dictionary of Art & Artists, según la cual Bernini era muy amigo del cardenal Maffeo Barberini. Este príncipe de la iglesia tenía aficiones y gustos exquisitos. Patrocinaba artistas y coleccionaba obras. Pues bien, Maffeo Barberini fue electo papa y subió al trono vaticano con el nombre de Urbano VIII. Apenas ascendió al trono, mandó llamar a su amigo Bernini y le dijo: “es una gran fortuna para ti, Gianlorenzo, verme como Papa; pero mi suerte es mucho mayor de tenerte en mi pontificado.” Las palabras del papa son más que elocuentes. En estos casos es cuando uno está dispuesto a creer en la famosa “infalibilidad”. En efecto, la suerte de Urbano VIII fue mucho mejor que la de Gianlorenzo.
La obra que les presento muestra a Santa Teresa de Ávila, la gran mística española, en el momento del Éxtasis Divino. Un ángel se dispone a cruzarle el corazón con una flecha. El erotismo del éxtasis es manifiesto. De hecho el lenguaje de los místicos se aproxima mucho al lenguaje erótico:
“Un día se me apareció un ángel singularmente hermoso. En su mano vi una larga lanza, me la clavó varias veces en el corazón, de forma que entró en mi interior. Tan real era el dolor que suspiré varias veces en voz alta y sin embargo era indescriptiblemente dulce, de forma que no podía desear verme librada de ello. Ninguna alegría de la vida puede proporcionar mayor satisfacción. Cuando el ángel sacó su lanza, permaneció en mí un gran amor a Dios.”
Increíble. Los rayos de luz que envuelven a Teresa y al ángel me hacen recordar la lluvia de oro a través de la cual Zeus se unió a Danae. No es posible evitar las implicaciones eróticas y místicas de esto. Mejor dejo de escribir para no ser víctima de la emoción.
Y para terminar no puede faltar el encore: un detalle de Pluto y Proserpina (número 21 de este blog) y una canción que que escribí y grabé hace algún tiempo. Se llama Perséfone, que es el griego de Proserpina. Espero que la disfruten.
Y la canción: http://www.youtube.com/watch?v=8Ce_fOy7TX0&feature=g-upl
Un saludos a todos.
VENUS ReX