Agosto 6,
1945. El Enola Gay lanza Little Boy sobre Hiroshima. Los norteamericanos no
querían quedarse tan atrás de los alemanes y los rusos en cuanto a barbarie se
refiere. Y ciertamente lo lograron. Una de las fechas más tristes de la
humanidad.
He aquí una
de las mejores canciones de Bob Dylan, sobre el peligro atómico: A hard rain is
a-gonna fall. La traducción es mía; la hice hace años. (Todavía hay quienes
dudan que Bob Dylan sea un gran poeta... Estos versos deben erradicar cualquier
vacilación)
¿Dónde has
estado, hijo mío de ojos azules?
¿Dónde has
estado, pequeño adorado?
Yo he
deambulado al lado de doce montañas nebulosas,
He caminado y
me he arrastrado en seis carreteras torcidas,
Me he parado
a la mitad de siete bosques tristes,
He estado
enfrente de una docena de océanos muertos,
He estado
diez mil millas en la boca de un cementerio…
Es una lluvia
ácida la que va a caer.
¿Y qué has
escuchado, hijo mío de ojos azules?
¿Qué has
escuchado, pequeño adorado?
Yo escuché el
sonido de un trueno que rugió una advertencia,
Escuché el
rugido de una onda que podría ahogar el mundo entero,
Escuché cien
hombres que tocaban tambores y cuyas manos emitían luces cegadoras,
Escuché diez
mil susurros que nadie escuchaba,
Escuche a un
hambriento, escuché a muchos riendo,
Escuché la
canción de un poeta que murió en el desagüe,
Escuché a un
payaso que lloraba en un callejón…
Es una lluvia
ácida la que va a caer.
¿Con quién te
encontraste, hijo mío de ojos azules?
¿A quién te
encontraste, pequeño adorado?
Yo me encontré
a un niño al lado de un pony muerto,
Me encontré a
un hombre blanco que paseaba a un perro negro,
Me encontré a
una joven con el cuerpo quemado,
Me encontré a
una niña que me dio un arcoiris,
Me encontré a
un hombre herido de amor,
Me encontré a
otro hombre, estaba herido de odio…
Es una lluvia
ácida la que va a caer.
¿Qué harás
ahora, hijo mío de ojos azules?
¿Qué harás
ahora pequeño adorado?
Yo me voy
antes de que la lluvia empiece a caer.
Me dirigiré a
las profundidades del más denso y negro bosque,
Donde los
pueblos son muchos y sus manos están todas vacías,
Donde balas
envenenadas contaminan sus aguas,
Donde el
hogar en el valle es la prisión húmeda y sucia,
Donde la cara
del verdugo está siempre bien escondida,
Donde el
hambre es terrible y las almas son olvidadas,
Donde negro
es el color, donde nada es el número…
Y lo diré y
pensaré y gritaré y respiraré,
Y lo
reflejaré desde la montaña para que todas las almas lo vean,
Y después
caminaré sobre el océano hasta que me hunda,
Y sabré bien
mi canción antes de que empiece a cantarla.
Es una lluvia
ácida la que va a caer.