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jueves, 27 de julio de 2017

Charlize Theron y la Guerra Anglo-Boer

La Guerra de los Bóers en menos de un minuto
Cápsula Histórica



Fanáticos de la Selección de Holanda
 Desde el siglo XVII muchos holandeses se instalaron en lo que hoy es Sudáfrica. Por lo general pertenecían a congregaciones evangélicas muy estrictas y excluyentes que no se mezclaban con otros colonos europeos, aunque fueran blancos.

Los holandeses sudafricanos eran conocidos como afrikáners o Bóers. Mantuvieron una identidad y desarrollaron un dialecto derivado del holandés. Encerrados en sí mismos, fundaron aldeas y ciudades en las que no admitían a ningún extranjero.


Fanáticos de la Selección Inglesa
En 1815 los británicos se hicieron con el control total de Ciudad del Cabo. Los holandeses se fueron al norte, enfadados del cosmopolitismo y las ideas, para ellos progresistas, de los ingleses. Fundaron, un poco más al norte, tres entidades: Orange, Transvaal y Natal. Los británicos se anexionaron Natal en 1843 y los holandeses se parapetaron en las otras dos provincias. Así se mantuvo un endeble equilibrio hasta que los británicos intentaron anexionarse Transvaal y Orange cuatro décadas después. En 1880 estalló la primera guerra anglo-bóer, en la que resultaron victoriosos los holandeses. La victoria y la amenaza constante del imperio británico los volvieron aún más cerrados y chauvinistas.

Casi veinte años después, en 1899, los británicos lo intentaron de nuevo, esta vez con éxito. En 1902 derrotaron definitivamente a los Boers, aunque les concedieron cierta autonomía, lo que a la postre engendraría el terrible apartheid. Pero esa es otra historia.

 

A propósito, la actriz sudafricana Charlize Theron es descendiente de Bóers. Uno de sus ancestros, Daniel Theron, fue héroe afrikáner en la segunda guerra anglo-bóer. Aquí la vemos en una escena del film «2 Days in the Valley».

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Venus Rex

jueves, 20 de julio de 2017

Erotismo lésbico o alegoría del embarazo: Gabrielle d'Estrees

Gabrielle d’Estrees y su hermana, la duquesa de Villars
¿Erotismo lésbico o alegoría del embarazo?

Título: Gabrielle d’Estress et une de ses soeurs.
Año de composición: 1594.
Autor: anónimo (Escuela de Fontainebleau).
Dimensiones: 96 x 125 cm.
Técnica: óleo sobre tela.
Residencia: Museo de Louvre, París.

Erotismo lésbico Venus Rey Jr Venus Rex


Gabrielle d’Estrees era la amante de Enrique IV, rey de Francia. En el cuadro, ella aparece a la derecha sosteniendo un anillo, y su hermana, la duquesa de Villars, a la izquierda tocándole el pezón. Atrás, una mujer cose. Al fondo, arriba de la chimenea, hay un cuadro: es un desnudo con las piernas entreabiertas: un hombre que al parecer se está tocando los genitales.


pezón nipple Gabrielle d'Estress Louvre Venus Rey Jr Venus Rex
A primera vista, el cuadro resulta deliciosamente erótico: dos mujeres jóvenes, desnudas y bellas, se tocan. No es exagerada la anécdota que cuentan algunos visitantes del Louvre en el sentido de que, cuando están frente a este cuadro, el deseo erótico los posee. A principios de los 1700’s, Pierre de Bourdeille refiere que una mujer perdió el control cuando vio esta pintura y urgió al hombre que la acompañaba a tener sexo inmediatamente.

Así vista, la pintura parece estar orientada hacia la homosexualidad femenina. No sabemos quién realizó este cuadro, sólo que fue un francés y que la pintura se ajusta a los cánones de la llamada Escuela de Fontainebleau. Podemos suponer que el pintor era zurdo, y que esta obra de algún modo es un homenaje a los zurdos: la duquesa toca el pezón de su hermana con la mano izquierda; Gabrielle sostiene el anillo con la mano izquierda; la mujer que cose lo hace con la mano izquierda.



 En aquella época se pensaba que ser zurdo era un defecto que podía solucionarse obligando a quien lo padecía a usar la mano derecha, de tal suerte que muchos zurdos terminaban siendo ambidiestros. En este cuadro el pintor quizá esté disfrutando una pequeña venganza contra esas prácticas.

La interpretación académica del propio Museo del Louvre es esta: el cuadro representa la gravidez de Gabrielle d’Estrees. El hecho de que su hermana le pellizque el pezón es signo de ello. Además, la mujer al fondo cose una ropa para el futuro bebé. El anillo que Gabrielle sostiene es la prenda de amor que le dio su amante el rey.



El cuadro fue adquirido por el Louvre en una fecha tan tardía como 1937, poco antes de estallar la segunda guerra mundial. Pasó por varias manos y, créanlo o no, estuvo colgado en una pared del cuartel principal de la policía, en París, durante muchos años y, como resultaba un poco obsceno a ciertas susceptibilidades, fue tapado con una tela para que nadie lo viera; así estuvo años.






Espero que disfruten esta deliciosa obra. Quizá la interpretación académica sea la correcta, pero yo me quedo con las connotaciones eróticas y con el hecho de que este cuadro se ha erigido en icono de la cultura lésbica. Viva la diversidad.


Venus Rex
pezón nipple Gabrielle d'Estress Louvre Venus Rey Jr Venus Rex

jueves, 6 de agosto de 2015

Enola Gay. La bomba atómica cae sobre Hiroshima. Bob Dylan y la lluvia ácida


Agosto 6, 1945. El Enola Gay lanza Little Boy sobre Hiroshima. Los norteamericanos no querían quedarse tan atrás de los alemanes y los rusos en cuanto a barbarie se refiere. Y ciertamente lo lograron. Una de las fechas más tristes de la humanidad.

He aquí una de las mejores canciones de Bob Dylan, sobre el peligro atómico: A hard rain is a-gonna fall. La traducción es mía; la hice hace años. (Todavía hay quienes dudan que Bob Dylan sea un gran poeta... Estos versos deben erradicar cualquier vacilación)





¿Dónde has estado, hijo mío de ojos azules?
¿Dónde has estado, pequeño adorado?
Yo he deambulado al lado de doce montañas nebulosas,
He caminado y me he arrastrado en seis carreteras torcidas,
Me he parado a la mitad de siete bosques tristes,
He estado enfrente de una docena de océanos muertos,
He estado diez mil millas en la boca de un cementerio…
Es una lluvia ácida la que va a caer.
¿Y qué has escuchado, hijo mío de ojos azules?
¿Qué has escuchado, pequeño adorado?
Yo escuché el sonido de un trueno que rugió una advertencia,
Escuché el rugido de una onda que podría ahogar el mundo entero,
Escuché cien hombres que tocaban tambores y cuyas manos emitían luces cegadoras,
Escuché diez mil susurros que nadie escuchaba,
Escuche a un hambriento, escuché a muchos riendo,
Escuché la canción de un poeta que murió en el desagüe,
Escuché a un payaso que lloraba en un callejón…
Es una lluvia ácida la que va a caer.
¿Con quién te encontraste, hijo mío de ojos azules?
¿A quién te encontraste, pequeño adorado?
Yo me encontré a un niño al lado de un pony muerto,
Me encontré a un hombre blanco que paseaba a un perro negro,
Me encontré a una joven con el cuerpo quemado,
Me encontré a una niña que me dio un arcoiris,
Me encontré a un hombre herido de amor,
Me encontré a otro hombre, estaba herido de odio…
Es una lluvia ácida la que va a caer.
¿Qué harás ahora, hijo mío de ojos azules?
¿Qué harás ahora pequeño adorado?
Yo me voy antes de que la lluvia empiece a caer.
Me dirigiré a las profundidades del más denso y negro bosque,
Donde los pueblos son muchos y sus manos están todas vacías,
Donde balas envenenadas contaminan sus aguas,
Donde el hogar en el valle es la prisión húmeda y sucia,
Donde la cara del verdugo está siempre bien escondida,
Donde el hambre es terrible y las almas son olvidadas,
Donde negro es el color, donde nada es el número…
Y lo diré y pensaré y gritaré y respiraré,
Y lo reflejaré desde la montaña para que todas las almas lo vean,
Y después caminaré sobre el océano hasta que me hunda,
Y sabré bien mi canción antes de que empiece a cantarla.

Es una lluvia ácida la que va a caer.



martes, 15 de julio de 2014

Revolución Francesa y Nacimiento de Estados Unidos

A propósito del 14 de julio

La Revolución Francesa y el nacimiento de los Estados Unidos

Kirsten Dunst, en el papel de la Reina María Antonieta


Dos de los movimientos más importantes y trascendentes de los últimos siglos son la revolución francesa y el surgimiento de los Estados Unidos. Estos acontecimientos son coetáneos y curiosamente sus respectivos inicios se fijan en el mes de julio. Estas dos revoluciones son las que han determinado, para bien o para mal, la concepción misma del Estado, sus límites, los derechos de las personas y la libertad, no sólo en occidente, sino en el mundo entero.


 Es verdaderamente interesante echar un ojo a los datos que nos presenta el historiador británico Niall Ferguson en su más reciente libro, “Civilization”, publicado por Penguin Books en 2012. No me voy a referir a todos los datos que presenta, sino sólo a los que tienen que ver con el costo de vidas humanas de cada uno de estos movimientos.

Sorprendentemente nos damos cuenta que la cuota de vidas que cobró la independencia y surgimiento de los Estados Unidos es pequeña. Claro que una sola vida perdida es muy lamentable, pero uno imaginaría que el número de bajas tendría que haber sido bastante más alto. Y no.
 

Ferguson cita estadísticas del Departamento de Defensa de los Estados Unidos: en la guerra de Independencia contra Inglaterra murieron 4435 patriotas y fueron heridas 6188 personas. Aunque no da las cifras de las bajas inglesas, calcula que en todo caso fueron mucho menores. Una cifra verdaderamente modesta para los estándares europeos.

 
Mel Gibson en la película "El Patriota"



Goya: Saturno devorando a sus hijos
En cuanto a la revolución francesa, es perfectamente aplicable la alegoría de “la revolución devorando a sus propios hijos”. Si entendemos la Revolución Francesa en sentido lato e incluimos las guerras napoleónicas (que fueron la exportación de los ideales revolucionarios), las bajas son infinitamente superiores. Ferguson, apoyado en varios estudios, señala que cerca de 3.5 millones de personas perdieron la vida en las guerras de Francia en Europa entre 1792 y 1815. A estas cifras habría que agregar las personas que murieron en Francia a causa de la represión interna y el terror: 17 mil franceses ejecutados después de proceso; entre 20 mil y 40 mil franceses fueron a la guillotina sin un debido proceso; de 80 mil a 300 mil los franceses que perdieron la vida en la rebelión realista de La Vendée. Estos datos son francamente impresionantes.

No es de extrañar que la letra de “La marsellesa” sea un canto sediento de sangre, como el mismo Ferguson señala. 


Veamos:

Contra nosotros se alza el sangriento
estandarte de la tiranía!
¿Escucháis en los campos el estruendo
de estos feroces soldados?
Vienen hacia nosotros
a degollar las gargantas de nuestros hijos y esposas!
¡A las armas, ciudadanos!
¡Formad batallones! ¡Marchad, marchad!
¡Que la sangre impura [de estos asesinos]
corra por los surcos!
¡No perdonéis a estos déspotas sangrientos!
En efecto, eso fue exactamente lo que sucedió.
 



Publicidad del perfume "Opium", de la firma francesa Yves Saint Laurent


jueves, 31 de enero de 2013

Salamina: la batalla que cambió al Mundo


Historia. Los soldados de Salamina.

Cápsula Histórica

 


Stalin, von Ribbentrop y Molotov firman pacto de no agresión
 Los historiadores más rigurosos encuentran inútil la especulación. Preguntas como qué hubiera pasado si Napoleón hubiese aplazado su ataque a Rusia, o qué habría sucedido si las izquierdas españolas hubiesen estado unidas y organizadas ante la insurrección de Franco, o qué sería del mundo si Alejandro Magno hubiese vivido treinta años más, son cuestiones que hallan poco serias. Pero como nosotros no somos historiadores rigurosos, sino tan solo apasionados de la Historia, sí nos podemos preguntar eso y muchas otras cosas más, como esta: qué habría pasado si los persas hubieran vencido a los griegos en Salamina, allá en el lejano año 480 aC. Es más, podríamos preguntarnos cómo un hecho tan lejano en el tiempo es capaz de afectarnos ahora. La respuesta es simple: si los griegos hubiesen sido derrotados por los persas en Salamina, el mundo, tal como lo conocemos, sería muy diferente. Y por eso la batalla de Salamina es una de las más importantes en la historia de la humanidad. ¿Qué pasó?

Cartel del film "300"
 Como ustedes saben, los persas –llamados “medos” por los griegos, de ahí el término “guerras médicas”- habían intentado, sin éxito, conquistar el Peloponeso. El rey Jerjes I, deseoso de venganza por el descalabro que sufriera su padre, Darío, diez años antes en Maratón, quería conquistar a los griegos, castigarles y apoderarse de sus tierras. El primer obstáculo que enfrentó, del cual hablaré en otro post, fue el contingente de 300 espartanos al mando de Leónidas, en el paso de las Termópilas. (Es impresionante cómo la película “300”, de la cual todo mundo diría que es hiperbólica, es sorprendentemente fiel a Herodoto). Superado el punto, Jerjes creyó que sería hasta cierto punto fácil someter a los griegos.

Isla Salamina

Hoplita
 El liderazgo lo tenían espartanos y atenienses. No encontraban la estrategia adecuada. Pelear en el istmo, decían los espartanos, excelentes soldados de tierra, pero muy malos navegantes. Batalla naval, decían los atenienses. Temístocles explicaba que sólo atacando a los persas por el mar sería posible detenerlos. Mientras los persas tuvieran intacta su flota, podrían rodear la Hélade, desembarcar en cualquier punto y, peor aún, abastecerse sin interrupción. Dejarlos entrar en suelo griego era un suicidio. 

Afortunadamente para el mundo que vivimos (por lo menos en occidente), los griegos optaron por seguir la estrategia de Temístocles, a pesar de que las fuerzas estaban totalmente desequilibradas: 700 naves persas contra 300 naves griegas. La arrogancia de Jerjes le impidió comprender que tampoco ellos, los persas, eran buenos navegantes.
Y he aquí que un día del verano de 480 aC se enfrentaron las flotas. Un poco como la estrategia que tomarían los romanos un par de siglos después contra los cartagineses en las guerras púnicas: si los atenienses eran buenos navegantes y los espartanos excelentes soldados, las 300 naves griegas serían una extensión de la tierra y llevarían miles de soldados organizados en falanges. Si bien las falanges no serían tan funcionales en una nave, el pesado equipamiento de los hoplitas griegos resultó fundamental. Habría que hacer el abordaje, sorprendiendo así a los persas. Los 10,000 inmortales persas que salen en la película “300”, de los cuales Herodoto da cuenta, y que supuestamente acabarían con los griegos, serían inútiles. (En otro post explicaré por qué se los llamaba “inmortales”).

"Inmortales Persas", según el film "300"

Xerxes, según el film "300"
Temístocles sabía que podía contrarrestar la superioridad numérica de los persas si lograba llevarlos al estrecho que hay entre la isla de Salamina y la tierra firme: unos 400 metros en su parte más ancha. Las 700 naves persas quedarían encajonadas, atrapadas, y no podrían huir, pues se estorbarían unas a otras. Con una genial maniobra de atracción, Temístocles logró su cometido. Y entonces los griegos atacaron a las naves de la vanguardia y se apoderaron de ellas. Empezó la carnicería. Las naves persas se descontrolaron, los capitanes estaban totalmente confundidos y, pronto, la flota entera cayó en pánico. Los hoplitas hacían el abordaje y fácilmente sometían al enemigo. A lo lejos, desde un montículo, Jerjes observaba estupefacto la batalla; tan estupefacto y horrorizado como cuatro siglos después Cleopatra, al observar cómo su flota era vencida por Agripa. Historia magister vitæ est.

Liz Taylor y Richard Burton en el film "Cleopatra"

Habría más intentos persas por conquistar la Hélade; los griegos siempre triunfaron y demostraron que la fuerza no está en la superioridad numérica, sino en la organización.

Ya he hablado sobre los elementos que conforman la llamada cultura occidental. Uno de ellos es la mentalidad filosófico-científica de los griegos. De haber sido derrotados, y si Persia se hubiera adueñado permanentemente de Grecia, el mundo sería definitivamente otro, y muy probablemente ni siquiera estaría escribiendo en español. No existiría la llamada cultura occidental.

Un abrazo a todos.
Venus ReX.

(En la imagen de arriba, Adriana Gil y Diego Luna, en el filme “Soldados de Salamina”, basado en la novela de Javier Cercas. No he visto la película, pero sé que se trata de una historia durante la Guerra Civil Española, de modo que el título por fuerza debe ser metafórico.)