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jueves, 6 de agosto de 2015

Enola Gay. La bomba atómica cae sobre Hiroshima. Bob Dylan y la lluvia ácida


Agosto 6, 1945. El Enola Gay lanza Little Boy sobre Hiroshima. Los norteamericanos no querían quedarse tan atrás de los alemanes y los rusos en cuanto a barbarie se refiere. Y ciertamente lo lograron. Una de las fechas más tristes de la humanidad.

He aquí una de las mejores canciones de Bob Dylan, sobre el peligro atómico: A hard rain is a-gonna fall. La traducción es mía; la hice hace años. (Todavía hay quienes dudan que Bob Dylan sea un gran poeta... Estos versos deben erradicar cualquier vacilación)





¿Dónde has estado, hijo mío de ojos azules?
¿Dónde has estado, pequeño adorado?
Yo he deambulado al lado de doce montañas nebulosas,
He caminado y me he arrastrado en seis carreteras torcidas,
Me he parado a la mitad de siete bosques tristes,
He estado enfrente de una docena de océanos muertos,
He estado diez mil millas en la boca de un cementerio…
Es una lluvia ácida la que va a caer.
¿Y qué has escuchado, hijo mío de ojos azules?
¿Qué has escuchado, pequeño adorado?
Yo escuché el sonido de un trueno que rugió una advertencia,
Escuché el rugido de una onda que podría ahogar el mundo entero,
Escuché cien hombres que tocaban tambores y cuyas manos emitían luces cegadoras,
Escuché diez mil susurros que nadie escuchaba,
Escuche a un hambriento, escuché a muchos riendo,
Escuché la canción de un poeta que murió en el desagüe,
Escuché a un payaso que lloraba en un callejón…
Es una lluvia ácida la que va a caer.
¿Con quién te encontraste, hijo mío de ojos azules?
¿A quién te encontraste, pequeño adorado?
Yo me encontré a un niño al lado de un pony muerto,
Me encontré a un hombre blanco que paseaba a un perro negro,
Me encontré a una joven con el cuerpo quemado,
Me encontré a una niña que me dio un arcoiris,
Me encontré a un hombre herido de amor,
Me encontré a otro hombre, estaba herido de odio…
Es una lluvia ácida la que va a caer.
¿Qué harás ahora, hijo mío de ojos azules?
¿Qué harás ahora pequeño adorado?
Yo me voy antes de que la lluvia empiece a caer.
Me dirigiré a las profundidades del más denso y negro bosque,
Donde los pueblos son muchos y sus manos están todas vacías,
Donde balas envenenadas contaminan sus aguas,
Donde el hogar en el valle es la prisión húmeda y sucia,
Donde la cara del verdugo está siempre bien escondida,
Donde el hambre es terrible y las almas son olvidadas,
Donde negro es el color, donde nada es el número…
Y lo diré y pensaré y gritaré y respiraré,
Y lo reflejaré desde la montaña para que todas las almas lo vean,
Y después caminaré sobre el océano hasta que me hunda,
Y sabré bien mi canción antes de que empiece a cantarla.

Es una lluvia ácida la que va a caer.



lunes, 8 de octubre de 2012

Ménage à trois japonés. The Dream of the Fisherman's Wife

Título: El sueño de la mujer del pescador


Autor: Katsushika Hokusai


Fecha: 1814


Dimensiones: 19 x 27 cm


Técnica: Xilografía

Hokusai_Dream_of_the_Fisherman's_wife_Interpretación

“El sueño de la mujer del pescador” (Tako to ama), de Katsushika Hokusai (1760-1849), es uno de los cuadros más impresionantes que he visto. En él se desarrolla una escena que los dejará sin habla: dos pulpos tienen sexo con una mujer. Mientras el pulpo grande le practica un cunnilingus, el pequeño se ocupa de besarle la boca y de estimularle el pezón izquierdo con uno de sus tentáculos. La mujer se ve totalmente inmersa en el placer. Brutal, diría yo. 

Es más, muchos al ver esta obra sienten una especie de horror que se manifiesta aún físicamente. En otros, la obra produce una extraña y siniestra fascinación. Picasso, por ejemplo, se sintió tan atraído a ella que decidió hacer su propia versión en 1903.
Esta obra es uno de los ejemplos más conocidos del arte shunga, es decir, de la pintura erótica japonesa.

Quizá para nosotros, occidentales a fin de cuentas, la imagen sea demasiado fuerte. Yo me preguntaría, antes de juzgar, si estamos entendiendo el contexto, o si tenemos alguna noción de lo que significa un pulpo en la cultura japonesa. 

Pasífae y el Toro
Veámoslo al revés: hay cierto erotismo en la tauromaquia –los que están en contra de las corridas de toros pensarán que lo que digo es un sinsentido–, y quizá por ello los matadores tienen fama de seductores irresistibles. La tauromaquia surgió en Creta para exaltar la virilidad, en un contexto dionisiaco, es decir, en un contexto donde no podía faltar la connotación erótica, orgiástica, exaltada hasta el punto de la muerte. En efecto, el toro, como animal consagrado no solo a Poseidón sino también a Dionisio, simboliza virilidad, fecundidad, ímpetu, fuerza y desenfreno. ¿Será por eso que Pasífae no pudo resistirse al gran toro con el que procreó al Minotauro? 


"Pasífae y el Toro", Vilanova, España, del escultor Óscar Estruga

Si ustedes recuerdan la película Jamón, Jamón, de Bigas Luna, el personaje que hace Javier Bardem se excita cada vez que se pone a torear. Quizá para un japonés no tendría ningún sentido decir que la fiesta brava tiene un elemento erótico, y se horrorizaría al pensar que alguien pudiera albergar semejante idea (es más, a muchos taurinos ni siquiera les pasaría esto por la cabeza). Por fortuna hay japoneses y occidentales cosmopolitas que pueden alcanzar una comprensión de culturas ajenas y que, en tal virtud, están en aptitud de interpretar obras de arte o costumbres que, de otro modo, les serían completamente inaccesibles.

Tako to ama, detalle
 El pulpo, según entiendo, tiene en la cultura japonesa una connotación erótica. Y no hace falta ser un mago para saberlo, ni ser japonés, pues cualquiera llegaría a esta conclusión a partir de los numerosos ejemplos de shunga en donde este animal aparece en situaciones sexuales con mujeres, y a juzgar por el género “Tentacle Erotica” (shokushu goukan), surgido en Japón a finales del siglo XVIII, y muy común en el Hentai actual. En el macho, uno de los tentáculos es el órgano sexual: de ahí el Tentacle Erotica. Con esto en consideración podemos empezar a entender un poco el cuadro de Hokusai. Si bien muchos han dicho que se trata de una escena de violación (shokushu goukan), lo cierto es que no, y ello por dos razones: 1) la mujer está en medio de un intenso éxtasis, lo cual no sucedería si estuviera siendo violentada; y 2) los textos que aparecen en el cuadro, si se traducen, expresan gozo por todos los involucrados en el acto sexual. Más que un gang bang, el cuadro es un ménage à trois, placentero, consensuado, intensamente disfrutado por todos los participantes. Es más, ¡de la traducción del texto sabemos que el pulpo pequeño es hijo del pulpo grande!

Así que, amigos míos, la siguiente vez que vayan a un restaurante japonés, no se olviden de disfrutar unos ricos y deliciosos pulpos, ya sea en sashimi o en nigiri. Y mientras se deleitan, no dejen de recordar esta imagen clásica del erotismo japonés.

Sashimi de pulpo


Reciban todos un muy fuerte abrazo.
Venus ReX

viernes, 29 de junio de 2012

Alessandro Baricco, Seda. Amor francés, Erotismo japonés

Seda
Alessandro Baricco
Grupo Editorial Norma, 125 p.
Calificación: 

Edición española de Anagrama


 No pierdas tu tiempo
 Solo para fans del autor o interesados en el tema
 Vale la pena leerlo
 Muy recomendable
 Absolutamente imprescindible

Seda es una novela corta, o cuento largo, muy célebre; se lee en menos de hora y media. Fue escrita por Alessandro Baricco en 1996. Es la obra más conocida de este destacado autor italiano, y a ella le debe su fama internacional. La novela ha sido traducida a varios idiomas, incluidos, desde luego, inglés, francés, alemán, español y portugués. Existe una versión cinematográfica de 2007, del director francés François Girard, protagonizada por Michael Pitt, Keira Knightley, Alfred Molina y Miki Nakatani.

Los temas
Seda es una novela erótica. El tema principal es el deseo y la obsesión. Pero también es una novela de amor; de amor a prueba de todo. Por un lado, el protagonista está obsesionado con la concubina de un cacique japonés. Por otro lado, la esposa del protagonista no dejará de amarle y le dará una prueba de amor impresionante.

Personajes principales
Hervé Joncour, joven comerciante de seda.
Hélène, esposa de Joncour.
Baldabiou, líder de los sericultores de Lavilledieu.
Hara Kei, cacique japonés, contrabandista de seda.
Una mujer, concubina/amante de Hara Kei, y de la cual nunca sabemos su nombre.

Argumento (La novela en unas cuantas líneas)
Edición italiana
Lavilledieu es una pequeña localidad francesa que vive casi totalmente de la sericultura. Los huevos del gusano de seda son importados desde Siria y Egipto, hasta que una plaga obliga a los sericultores a buscar seda en Japón. Hervé Joncour hace el viaje y conoce a Hara Kei, contrabandista de seda. Hervé Joncour queda totalmente impresionado por la belleza de la joven amante/concubina de Hara Kei. Entre Joncour y la mujer surgirá un deseo erótico. Un folio que ella le entrega lo insta a volver. Está obsesión llevará a Joncour varias veces de regreso a Japón, aún cuando ya no sea necesario traer huevos desde allá. Hélène sutilmente se dará cuenta de que algo mueve y obsesiona a su marido. Después del cuarto viaje, Joncour recibe una carta escrita en caligrafía japonesa. Más tarde muere Hélène. Joncour recurre a una japonesa (la misma que antes le tradujo el folio que lo instaba a regresar a Japón) para que le traduzca la carta. Se trata de una carta de amor, llena de pasión y erotismo, que revela un amor inmenso. Joncour se da cuenta que la carta fue escrita por Hélène y no por la misteriosa concubina de Hara Kei.
Las acciones principales tienen lugar entre 1861 y 1865, aunque los hechos se expanden y tienen repercusiones hasta finales de ese siglo.

Análisis y reflexiones

Foto de la película "Silk", de François Girard

La historia comienza con la introducción del personaje principal y una referencia temporal: es 1861, Flaubert escribe y Lincoln sostiene una guerra; Hervé Joncour tiene un oficio extraño: compra y vende gusanos de seda. Joncour vive en Lavilledieu y está casado con Hélène. Todos los años Joncour realiza una travesía: parte en enero rumbo a Siria y Egipto, compra los huevos de gusano y vuelve a principios de abril, deja los huevos a punto, listos para la venta, y descansa el resto del año. Digamos que es una vida bastante regular, sin sobresaltos, o, como escribe Baricco con gran belleza poética, Jancour es “uno de esos hombres a los que les gusta asistir a su propia vida, considerando impropia cualquier ambición de vivirla.”


“Se habrá notado que ellos observan su propio destino del modo en que la mayoría suele observar un día de lluvia.” (p. 11)


Esta rutina se verá rota por una epidemia que causará estragos en el mundo de la seda. Lavilledieu es una pequeña localidad que vive casi por completo de este producto, así que la epidemia la pone en jaque. La preocupación es grande entre los mercaderes. El líder de ellos, quien en su momento inauguró este comercio y transformó la vida de la localidad, Baldabiou, sabe que, dado que Japón es una isla, los gusanos allá no han sido contaminados, de modo que sería posible traer huevecillos desde aquella lejanísima tierra y salvar así la actividad económica principal de la ciudad.

Edición en portugués
La introducción de Baldabiou es por demás pintoresca. Baricco refiere la anécdota según la cual, veinte años atrás, el inquieto personaje se presentó en la oficina del alcalde con una bufanda de seda y le preguntó que si sabía qué era eso. El alcalde, naturalmente, dijo que eran cosas de mujeres; pero no, Baldabiou sabe que es dinero, cosas de hombre. Pasados siete meses, Baldabiou regresó y puso treinta mil francos sobre la mesa del alcalde, quien dijo, al ser cuestionado, que eso era plata. Baldabiou dice: “se equivoca. Es la prueba de que usted es un pendejo.” Así es como la apacible Lavilledieu adopta el negocio de la seda.

Hay, pues, una epidemia en los huevos de Siria y Egipto. Hay que traerlos de otro lado. Los comerciantes de Lavilledieu no tienen la menor idea de qué es ni dónde está Japón. Está hasta el fin del mundo, dice Baldabiou. La única manera en que pueden sobrevivir estos comerciantes es trayendo los huevos desde allá. Además, la mejor seda, la más bella sobre el planeta, es, sin duda, la japonesa. De nuevo la imagen poética es sobresaliente:


“Una vez había tenido entre los dedos un velo tejido con hilo de seda japonés. Era como tener entre los dedos la nada.”


Japón está aislado. ¿Quién hará el trabajo de contrabandista? Naturalmente Joncour. Los comerciantes se organizan y reúnen el dinero necesario para la expedición. Joncour se despide de su mujer –de voz bellísima, dice Baricco- y sale de la ciudad el día 6 de octubre. La ruta, que se repetirá en varias ocasiones, es esta: frontera francesa, Württemberg, Baviera, Austria, Viena, Budapest, Kiev, estepa rusa, montes Urales, Siberia, lago Baikal, frontera china, Sabirk en el Pacífico, Cabo Teraya en Japón, Ishikawa, Toyama, Niigata, Fukushima y Shirakawa. Enorme viaje. Joncour cumple su misión y se dispone a regresar de inmediato a Francia, pero alguien lo detiene. Un tal Hara Kei desea verlo.

Hara Kei es una especie de cacique, de contrabandista y de señor de la seda, de modo que quien quisiese sacar huevecillos del Japón, necesariamente tendría que tratar con él. La escena del encuentro es fantástica: una mujer muy joven junto a Hara Kei, como una especie de gata a la que se acaricia y que posa su cabeza sobre el regazo del amo, es el signo de poder de aquel cacique. Las miradas de la mujer y de Joncour se cruzan y crean en el lector una muy sutil y fina atmósfera erótica: los ojos de ella se clavan en los de él, “con una intensidad desconcertante” (p. 30). Casi podría decirse que Baricco escribe como si fuera un autor japonés, con esa economía de palabras, con esa riqueza de imágenes, y dejando mucho a la imaginación del lector.


“Volvió a apoyar la cabeza sobre el regazo de Hara Kei. Los ojos abiertos, fijos en los de Hervé Joncour.” (p.32)


Hara Kei advierte a Joncour que los huevos que lleva son de pez, y que no valen nada. Quizá por eso el francés ha pagado con oro falso, ríe el cacique. Sin embargo harán trato. Joncour se llevará huevos genuinos y una vez que salga de la isla pagará a Hara Kei. Fin del encuentro.


“La última cosa que vio [Joncour], antes de salir, fueron los ojos de ella fijos en los suyos, perfectamente mudos.” (p, 34)


Edición en inglés
El viaje es un éxito. Los huevos resultan ser maravillosos y la producción de seda de ese año en Lavilledieu es más que sobresaliente. El mismo Joncour se ha hecho rico y ha comprado tierra. A principios del otoño, en octubre de 1862, Joncour vuelve a Japón. Se encuentra con Hara Kei y la enigmática mujer en un bosque, junto a un lago. A lo lejos, las miradas de la mujer y del francés se cruzan de nuevo. Al parecer entre ellos está creciendo un impulso erótico que no podrán contener. Unos pasos más por el sendero, Joncour llega a donde Hara Kei. La ropa de la mujer está en el suelo, a sus pies. Las olas circulares en el lago “como enviadas allí desde lejos” (p. 40) revelan que la mujer nada desnuda –con esta imagen inicia el film de François Girard, Silk, basado en la novela de Baricco–. Joncour pasará unos días atendido como un rey, y poco antes de partir preguntará a Hara Kei por la mujer. Claro, no obtendrá respuesta.

En la morada del cacique, en el último día de su estancia, Joncour se maravilla con la jaula de pájaros, “algunos más costosos que toda la seda de Lavilladieu.”


“Recordó haber leído en un libro que los hombres orientales, para honrar la fidelidad de sus amantes, no acostumbraban regalarles joyas: sino pájaros refinados y bellísimos”. (p. 45)


Esta frase es como la seda. Hara Kei honra majestuosamente la fidelidad de su amante. El nombre de la novela no solo se debe al tema, sino a la forma en que está escrita. Frases sutilísimas que acarician al lector. Y he aquí un extraño encuentro: mientras Joncour se baña en su estancia, alguien pone sobre sus ojos un paño húmedo. Es una mujer, no vieja como las que lo asisten en el baño cada noche, sino joven. Joncour intenta quitarse el paño, pero la mujer lo impide. Ello lo seca y lo acaricia: “Sintió la levedad de un velo de seda que bajaba sobre él” (p. 47). Es acariciado en todo el cuerpo. La mujer abre la mano de Joncour y deposita un folio. Luego desaparece tan misteriosamente como apareció.

Nuestro personaje regresa a Francia, siguiendo ese itinerario que Baricco repite como estribillo de esta canción/poema, retahíla hipnótica que no cesa.

El día 42 de su regreso a Lavilledieu, Joncour saca el folio y observa fascinado los ideogramas. Encuentra a Baldabiou en el billar y le pregunta por alguien que hable japonés. “Aquí el japonés eres tú”, responde (p. 52). Baldabiou le refiere a una tal Madame Blanche, en Nîmes, una japonesa que regentea un burdel. Joncour de inmediato va a buscarla.


¿Qué le hace pensar que es tan rico que puede acostarse conmigo?” (p. 54)


Pero Joncour no va por sexo. Lo que quiere es saber qué dice el folio. “Vuelve o moriré” (p. 55), es lo que dice el folio. Al marcharse, Joncour deja unos billetes sobre la mesa, pero la japonesa le dice “déjelo así”. Y no habla del dinero, sino de la mujer. “No morirá y usted lo sabe” (p. 55)

Caligrafía Japonesa

Los sericultores evalúan una tercera expedición a Japón. Hay rumores de una guerra civil en la isla, y además el joven Pasteur está investigando la enfermedad de los huevos. Parece que no es propicio hacer el viaje, más aún si el consulado francés en Yokohama aconseja que nadie vaya. La revuelta la llevan a cabo fuerzas que se oponen a la entrada de extranjeros a Japón. No obstante, Joncour emprenderá en octubre el tercer viaje, no tanto por la seda, sino por la obsesión que ya está sintiendo.

De regreso en Japón, entra a pie para que la noticia de su llegada viaje más rápido que él. Y cuando Joncour llega a los dominios de Hara Kei, una escena terrible, por el simbolismo que tiene: el cielo se oscurece por el vuelo de cientos de pájaros. La jaula ha sido abierta y está totalmente vacía. Junto a la jaula, la mujer. Joncour le muestra el folio; ella sonríe y esconde la hoja en su vestimenta, justo cuando arriba Hara Kei. Por la noche, hay un banquete en el palacio del cacique, al cual, desde luego, asiste el francés. Ahí hay un juego de miradas entre él y la chica. Joncour sale y se dirige a la casa que le ha sido asignada. Ahí encuentra a la misteriosa mujer y a otra joven. La escena debe ser desconcertante para Joncour: la mujer por la que había hecho ese viaje tan largo le entrega a la joven para hacer el amor.


“La amó durante horas, con gestos que no había hecho nunca, dejándose enseñar una lentitud que no conocía. En la oscuridad era fácil amarla sin amarla a ella.” (p. 68)

Fotografía de la película de François Girard

 Al día siguiente los hombres de Hara Kei le llevan los huevos. Joncour intenta ver a su anfitrión, pero ha salido. No encuentra nada, ni una señal, ni un mensaje. Regresa pues, a Francia, usando la ruta que ya el lector, en este punto, conoce casi de memoria.
Ya en Lavilledieu, entra en un estado melancólica que su mujer, Hélène, cree contrarrestar si viajan a Niza. Así, a finales de julio pasan unas semanas en la playa. En una velada organizada por un barón italiano, Joncour experimenta celos: un inglés intenta seducir a Hélène.


“Hervé Joncour lo vio inclinarse hacia Hélène y susurrarle alguna cosa en la oreja. Hélène se echó a reír, de una manera bellísima, y riendo se ladeó ligeramente hacia el caballero inglés, llegando a rozarle con sus cabellos la espalda, en un gesto que no tenían ningún embarazo, sino solo una desconcertante exactitud. Hervé Joncour bajó la mirada hacia el plato. No pudo menos que notar que su propia mano, aferrada a una cucharita de plata, estaba indudablemente temblando.” (p. 77)


De regreso en Lavilledieu, Baldabiou conversa con Joncour sobre los avances de Pasteur y los huevos que están comercializando unos italianos. Dados estos elementos, no tendría caso ir a Japón. Además, se sabe que estalló la guerra y que están matando extranjeros. Aún así, Joncour decide ir, de ser necesario con sus propios recursos. No le queda más remedio a Baldabiou más que convencer a los sericultores de patrocinar el viaje. Inicia la cuarta travesía de Joncour. Es el día 10 de octubre de 1864.
El panorama es desolador. El pueblo de Hara Kei está destruido, quemado. Joncour encuentra a un chico que le conducirá a Hara Kei. Después de cinco días, por fin logra divisar la caravana; el pueblo entero huye. Finalmente, luego de un día, Joncour alcanza la caravana, pero no es bienvenido. Hara Kai le ordena que se vaya. El francés pasará la noche en el campamento y a la mañana siguiente descubrirá al chico que lo guió colgando de un árbol.


-Japón es un país antiguo, ¿sabes? Su ley es antigua: dice que existen doce crímenes por los cuales resulta lícito condenar a un hombre a muerte. Y uno es llevar un mensaje de amor de su ama.
-No llevaba mensajes de amor con él.
-Él era un mensaje de amor. (p. 93)


Edición en francés
Once días después, en Yokohama, Joncour consigue algo de huevos. Pero ahora tiene el tiempo encima. En una carrera a marchas forzadas desde Japón a Alemania, llega a Eberfeld y ahí se da cuenta que las larvas están todas muertas. Es 6 de mayo del 65. En Lavilledieu las cosas están igual de mal. Los huevos que han conseguido por otros lados no han servido. De las siete hilanderías, solo trabajan dos. ¿Qué va a hacer toda esa gente?
Joncour había comprado una propiedad antes de este cuarto viaje, en la que pretendía hacer un gran jardín con una enorme jaula de pájaros. Así que emplea a todos esos obreros sin trabajo para hacer el jardín, que está listo en septiembre. Los lugareños reconocen que, de no ser por esto, habrían muerto de hambre. Meses más tarde, Joncour relata a Baldabiou la verdad.

Tiempo después, Joncour recibe por correo siete folios con ideogramas japoneses. Irá a Nimes, en busca de madame Blanche, para que le traduzca la carta. El escrito es erótico y arrollador:


“…dejaré que tu sexo cierre a medias mi boca, entrando entre mis labios, y empujando mi lengua, mi saliva bajará por tu piel hasta tu mano, mi beso y tu mano, uno dentro de la otra, sobre tu sexo…” (p. 111)


Las últimas líneas de la carta:


“Lo que era para nosotros, ya lo hemos hecho y tú lo sabes. Créeme: lo hemos hecho para siempre. Conserva tu vida al margen de mí. Y no dudes ni un segundo, si es útil para tu felicidad, en olvidar a esta mujer que ahora te dice, sin remordimiento, adiós.” (p. 113)


El tiempo pasó. En 1871 Baldabiou se marcha de Lavilledieu. En marzo del 74 fallece Hélène. Ese mismo año Joncour busca a Madame Blanche en Nîmes y se entera que se ha marchado a París. Después de una búsqueda incesante, Joncour encuentra a M. Blanche. Resulta que fue Hélène quien escribió la carta. M. Blanche se limitó a escribirla en japonés.


“Sabe, monsieur, yo creo que ella hubiera deseado, más que ninguna otra cosa, ser esa mujer. Usted no lo puede entender. Pero yo la escuché leer esa carta. Sé que es así.” (p. 123)


Hervé Joncour vivió veintitrés años más.

Así, pues, amigos, termina esta historia de amor frustrado.

Poster de la película de Françoise Girard
 
Les recomiendo la película de François Girard y les dejo el link para que vean el trailer:



Reciban todos un abrazo.
Venus ReX

Alessandro Baricco

jueves, 22 de marzo de 2012

Libros No. 5 Mishima, Depués del banquete

Después del banquete

Yukio Mishima

Alianza Editorial, 259 p.

Calificación: 


No pierdas tu tiempo
 Solo para fans del autor o interesados en el tema
 Vale la pena leerlo
 Muy recomendable
 Absolutamente imprescindible

Primera Edición japonesa
Después del banquete (Utage no ato, en japonés) es una novela escrita por el muy célebre artista Yukio Mishima. Este escritor es una verdadera figura de culto, no solo en su país, sino en el mundo entero. Publicada en 1960, Depués del banquete fue reconocida por el New Yorker como el mejor trabajo de Mishima hasta ese momento, afirmación por demás hiperbólica. Como todo mundo sabe, Mishima, al igual que Kawabata, cometió suicidio, justo en el apogeo de su carrera, en 1970, a los cuarenta y cinco años.

Los temas
El tema de esta novela es la política, las elecciones, y cómo estas trastornan la vida de una mujer madura, dueña de un prestigioso restaurante, y un diplomático retirado que de repente se convierte en el candidato del Partido Radical por la Prefectura de Tokyo. También trata del poder del dinero en la democracia, en este caso la del Japón de finales de los años cincuenta, a menos de tres lustros de la rendición frente a los Estados Unidos. Pero en el fondo, es una novela que, a mi juicio, simboliza la emancipación femenina.

Los personajes
Kazu Fukuzawa, mujer madura, dueña de uno de los restaurantes más prestigiados de Tokyo, esposa de Noguchi.
Yuken Noguchi, diplomático retirado, candidato del Partido Radical por la prefectura de Tokyo, esposo de Kazu.
Soichi Yamazaki, funcionario del Partido Radical, promotor de la candidatura de Noguchi y fiel aliado de Kazu.
Genki Nagayama, funcionario del Partido Conservador, cliente de Kazu.
Setsugoan. Propiamente no es un personaje, sino el restaurante de Kazu, pero es tal su importancia en la novela, que alcanza un papel protagónico.

Argumento (La novela en unas cuantas líneas)
El argumento de la novela es simple y lineal: Kazu es la propietaria de un famoso restaurante en Tokyo, el Setsugoan, lugar frecuentado por financieros y miembros del Partido Conservador. En cierto banquete conoce a Noguchi, diplomático retirado. De inmediato surge una atracción de ella hacia él que culminará, en unos cuantos meses, en boda. Poco después, Noguchi recibe la invitación del Partido Radical para competir, como candidato, en la elección por la Prefectura de Tokyo. Este hecho despertará el entusiasmo de Kazu. Apoyará a su marido, aún cuando éste se oponga, y para ello comprometerá su patrimonio, el Setsugoan, a fin de proveer al Partido Radical de los recursos necesarios para ganar la elección. Así las cosas, el inmueble quedará hipotecado y cuando Noguchi pierda la elección no le quedará más remedio a Kazu que vender el Setsugoan, pagar las deudas y resignarse a vivir una vida limitada en lo económico, al amparo y bajo la tutela de su anticuado esposo. No obstante, cuando ya está todo perdido y Kazu se da cuenta que tanto esfuerzo no fue agradecido por Noguchi, acudirá al Partido Conservador, cuya probidad en la elección estará en duda, y, mediante suscripciones de algunos de sus miembros, logrará rescatar el Setsugoan. A cambio perderá su matrimonio. Después del banquete es la historia de una mujer independiente que, a pesar de todo, se mantendrá fiel a sí misma y romperá con ese pesado tradicionalismo japonés para afirmarse como ser humano.

Análisis y reflexiones
La novela se desarrolla en un lapso de tiempo relativamente corto. Todo comienza con un banquete en el Setsugoan, al que acuden miembros del Club Kagen, viejos diplomáticos entre los que se encuentra Noguchi. La cena tiene lugar en noviembre, y ya para el año nuevo la pareja tiene su primer beso. Es más un enamoramiento de ella hacia él que viceversa. Noguchi es un caballero muy culto, que domina el alemán y otras lenguas extranjeras, aunque económicamente está limitado y vive de una pensión de la Dieta, a la que ha pertenecido. Su nivel cultural y su posición como antiguo diplomático, y el hecho de que perteneció a varios gabinetes antes de la guerra, colocan a Noguchi en un nivel muy atractivo para Kazu, que no tiene más activos que el dinero que obtiene de su muy exitoso restaurante. Hay un cierto complejo de inferioridad cultural por parte de Kazu que se ve muy claramente en la escena en donde Noguchi pide a la mujer que le auxilia en el servicio doméstico un tomo de su amplia biblioteca, con título en alemán, y la mujer, entendiendo perfectamente, se lo lleva. “Desde aquel instante –escribe Mishima (p. 60)– Kazu odió a la mujer.” Y también una cierta inseguridad, pues ese mismo día de año nuevo Noguchi luce una impecable indumentaria. Kazu, presa de los celos, se pregunta quién lo habrá ayudado a vestirse. Además, Kazu tiene incertidumbre en cuanto a su suerte después de la muerte. No habrá quien le lloré, y por eso se resuelve a casarse y llevar una vida normal (p. 72), todo dentro de ese contexto tan tradicionalista y patriarcal del Japón.

Edición italiana
Hay un detalle muy fino, muy del erotismo japonés. Después de que Kazu y Noguchi pasan el día en Nara, observando el festival del Omitzutori, el lector intuye que los personajes han hecho el amor. Y es que el encanto del erotismo japonés, que se puede descubrir en Kawabata, en Mishima, en Yoshimoto o en Murakami, está más en lo que no se dice que en lo que se dice, y en eso es radicalmente distinto al erotismo explícito de occidente:

"Aquella mañana, al amanecer, un hombre de más de sesenta años y una mujer de cincuenta se durmieron en la misma cama." (p. 76)


Cualquier autor occidental hubiese llenado al menos una página en la narración del acto sexual. Mishima ocupa tres líneas.

Por fin llega el día de anunciar la boda, y lo harán con un banquete en el Setsugoan –es muy notable cómo Mishima nos deleita con los menús y nos regala exquisitas descripciones culinarias–. Es el 22 de marzo y la noche es inusualmente cálida. Kazu sabe que se convertirá en la mujer de un hombre distinguido, gran salto teniendo en consideración su origen campesino. No obstante, Mishima tiene cuidado en subrayar que Kazu no está actuando por interés.

Edición norteamericana
Como he dicho al principio, a mi juicio el fondo de esta novela es la emancipación de la mujer, una verdadera liberación femenina, ello a pesar de que Mishima era un nostálgico de aquel Japón imperial extinto con la guerra. Y Kazu logrará esa emancipación y vencerá las fuerzas que se le opongan, empezando por su marido y los miembros tanto del Partido Conservador como del Radical. Por ejemplo, cuando la noticia del enlace sale publicada en los diarios, Genki Nagayama, cliente asiduo del Setsugoan y personaje destacado en el Partido Conservador, le reprocha haber actuado sin su consentimiento, como si él fuese su padre o hermano mayor (p. 86); o el hecho de que, desde que están casados, Kazu quiere comprar camisas a su esposo, y que las que tiene estén siempre listas, planchadas y dispuestas, cosa que a este digno japonés incomoda, pues ¿cómo aparecer con ropa nueva cuando sus amigos saben de la escasez de sus ingresos? (p. 98) A pesar de que Kazu está consciente de su superioridad económica, se llena de orgullo ahora que pertenece a una familia distinguida, pero esta no será razón suficiente para que se someta o pierda su identidad, y en el momento en que se vea obligada a apostarlo todo, se elegirá a sí misma.

Otro tema central de la novela es la política. Cierto día, Noguchi recibe la visita de miembros del Partido Radical que le ofrecen la candidatura a la Prefectura de Tokyo. Noguchi acepta. Kazu se enterará, no por boca de su marido, sino por los miembros del Partido Radical y de Nagayama, quien ve la decisión de Noguchi como un disparate. La noticia de la candidatura sale en la prensa, y Noguchi por fin informa a su esposa de su decisión, pensando que ella nada sabe. Kazu tiene talento político y desde que conoce a Soichi Yamazaki ve en él a un fiel aliado. Desde que Kazu se entera de la noticia, todo cambia: la monotonía de la vida diaria se rompe y su imaginación se llena de ensoñaciones:

“Los senos de Kazu se dilataron bajo su ceñido obi de Nagoya y sus fantasías dieron a sus párpados una apariencia henchida y de embriaguez. Sintió como si su cuerpo febril se extendiera por la oscuridad hasta absorber la gran metrópoli.” (p. 121)


Esta pincelada de Mishima me hace visualizar a la mexicana Josefina Vázquez, a la argentina Cristina Fernández o a la brasileña Dilma Rousseff en el momento en que supieron que serían las candidatas de sus partidos a la presidencia de sus respectivas repúblicas: senos dilatados, apariencia henchida y la embriaguez delirante de quien ya se vio en el cargo.


Pero volvamos a Japón. En este punto de la novela yo supuse que la trama se tornaría una especie de Lady Macbeth al estilo japonés, que Kazu haría lo que fuese necesario para que su esposo ganara, aún violando la ley, y que, como esposa del gobernador de Tokyo, Kazu haría de las suyas, desataría una orgía de sangre y todo acabaría trágicamente. Esa fue mi suposición, pero me equivoqué. Faltaban aún diez meses para la elección y Kazu estaba resuelta a iniciar una campaña preelectoral, aún cuando estuviesen prohibidas por la ley. Habrá que llenar los ciento sesenta mil postes telegráficos de Tokyo con carteles de Noguchi, y eso va a requerir mucho dinero. Kazu sabe que una elección no se gana con argumentos lógicos, sino con armas emocionales y dinero:

“Lo único que importa en unas elecciones es el dinero y los sentimientos. Después de todo, soy una mujer sin instrucción, pero tengo en mí entusiasmo suficiente para repartirlo entre cinco millones de personas y que aún me sobre.” (p. 125)


Los miembros del Partido Conservador dejan de ir al Setsugoan. Nagayama reprocha a Kazu que esté ahora enseñando sus secretos a ese “infantil Partido Radical” y tiene el descaro de decir que los trucos sucios han sido siempre propiedad exclusiva de su partido (p. 141). Recordemos que la clientela del Setsogoan esta conformada en gran medida por miembros del Partido Conservador y que, por ende, Kazu les conocía y tenía contactos con ellos. Por eso a sus otrora amigos y clientes les parece que Kazu los ha de algún modo traicionado, más aún si, ante la amenaza de Nagayama en el sentido de que la precampaña de Kazu ha violado la ley electoral y que, en consecuencia, podrían ir algunos radicales a la cárcel, Kazu responde a su vez con otra amenaza y advierte a Nagayama que, en caso de ser cogida, tiene ella “cosillas” que decir al fiscal (p. 142).

Edición francesa
Kazu actuará sin su marido y a pesar de él. Al enterarse de que Noguchi solicitó al emperador que iniciara conversaciones de paz con los aliados, meses antes de aquel fatídico agosto de 1945, se pregunta cómo es que este hecho no ha sido debidamente explotado y dado a conocer en un panfleto. Sabe que su marido se opondrá a un folleto tal, y no le quedará más remedio que actuar a sus espaldas, con la complicidad de Yamazaki. Es aquí donde decide hipotecar el Setsugoan y obtener fondos. Realmente piensa que la elección es la tarea que el cielo le ha confiado (p. 146).

Al enterarse que su esposa ha actuado ocultamente, Noguchi monta en cólera, la golpea y le prohíbe ir al Setsugoan. La idea es tenerla como prisionera, vigilada para impedirle cualquier acción. Es más, Noguchi le advierte que en caso de desobedecer, tendrá que divorciarse de ella, cosa que a Kazu le parece terrible: “Si se divorcia de mí, no habrá nadie que cuide de mi tumba cuando yo haya muerto.” (p. 152) Así las cosas, no habrá más remedio que poner a la venta el Setsugoan, a pesar de lo triste y lo difícil que resultará para Kazu abandonarlo.

Nagayama sigue moviendo hilos. Bloqueará los intentos de venta del Setsogoan para poner de rodillas a Noguchi. Tanto le temen los conservadores, que Nagayama propone a Noguchi la retirada del candidato conservador de la elección si Noguchi designa como subgobernador a un miembro del Partido Conservador. Esto le garantizaría el triunfo a Noguchi, pero es tan testarudo que rechaza la oferta. Nagayama entonces intenta chantajear a Kazu advirtiéndole que si Noguchi sigue con su negativa, bloqueará la venta del restaurante. El poder de Nagayama y los manejos oscuros llegan a tal grado que el mismo primer ministro Saeki, miembro del Partido Conservador, llama a un comprador del restaurante para decirle que no compre el inmueble. Es más, promueven los conservadores, a través de un tal Totsuka, antiguo conocido de Kazu, un panfleto difamatorio que lleva por título “La vida de la señora Yuken Noguchi”, en el que la pobre Kazu aparece como una ninfómana que, a través del sexo, logra sus ambiciones. Totsuka exige un millón de yenes por su silencio. Kazu no tiene más remedio que dárselos y, a pesar de ello, el panfleto es distribuido masivamente.

La guerra sucia ha iniciado. Yamazaki informa a los radicales de la compra de votos realizada por los conservadores en diversos distritos, y de que los carteles de Noguchi son arrancados y sustituidos por carteles de Tobita, el candidato rival. Los conservadores emplean su maquinaria pesada: altavoces denigrando la imagen de Noguchi en puntos estratégicos de Tokyo, rumores falsos sobre una grave enfermedad de Noguchi, notas en los diarios diciendo que Noguchi está moribundo, etcétera. Kazu está desesperada:

“¡Qué cosa tan sucia! ¡Y hacernos esto en el último minuto! Si provoca nuestra derrota en las elecciones, moriré, eso es seguro. He perdido todo lo que tenía. ¡Pero si somos vencidos por culpa de esto, mataré a quien lo hizo!” (p. 187)


Las elecciones tienen lugar un 15 de agosto. Noguchi pierde por corto margen. Kazu sabe que la derrota se debió a trampas siniestras de los conservadores, y al dinero que invirtieron en la candidatura de Tobita:

“El dinero corría por las calles con loco frenesí para apoderarse de los espiritualmente depravados y de los acosados por pobreza. El dinero brillaba como un sol a través de las nubes, un sol maligno y funesto.” (p. 194)


Expresar palabras de apoyo al candidato perdedor equivale a dar un pésame. La noche de la elección, la casa de Noguchi parece un velorio. Él y Kazu lloran ante la mirada triste del fiel Yamazaki. Noguchi sabe que todo terminó y renuncia para siempre a la política. Kazu está dispuesta a pelear, pues sabe que perdieron por la trampa, por el dinero, por la influencia del mismo primer ministro Saeki y por los trucos sucios de Nagayama. Los conservadores violaron la ley a más no poder y Kazu pregunta a Yamazaki si, ante tanta violación, existe aún algún medio para impugnar y derribar a Tobita.

Kazu está acabada. Tiene una onerosa deuda que pagar y sobre el Setsugoan pesan tres hipotecas. Está derrotada y quebrada. Ahora bien, si el Partido Conservador ganó a base de dinero y medios sucios, es justo que dicho partido compense a Kazu por la pérdida del Setsugoan. Kazu se pondrá en contacto con Sawamura, figura importantísima del conservadurismo que ha ocupado varias veces el cargo de primer ministro, para que la ayude. Sawamura sabe que su partido no se valió de medios limpios para ganar y de algún modo accede a firmar el libro de suscripciones que Kazu le lleva. Ella sabe que si Sawamura firma, nadie podrá negarse a darle apoyo. Sawamura acepta hacer una aportación simbólica y escribe en el libro: “Diez mil yenes. In Sawamura.” Con esta firma, las aportaciones del mimso Saeki, de Nagayama y demás miembros del Partido Conservador y de importantes hombres del mundo financiero, están garantizadas. El mismo Nagayama, que será severamente reprendido por Kazu –“eres lo más bajo de la especie humana”, le increpa Kazu a propósito del panfleto difamatorio (p. 236)– firmará el libro con trescientos mil yenes y hará las gestiones necesarias para que Yamanashi, del Banco Imperial, dé la mayor cantidad de dinero posible. Así pues, el Setsugoan se ha salvado. Claro que el hecho de pedir dinero a quienes vencieron a su marido en las elecciones no puede tener una consecuencia feliz, y Kazu lo sabe. Sabe que cuando Noguchi se entere, su matrimonio estará acabado. Tendrá que elegir entre el Setsugoan y su independencia, o su matrimonio y la implícita sumisión a su marido.

A fin de cuentas, Noguchi representa –a pesar de ser el candidato progresista– a ese Japón austero y anticuado, patriarcal y tradicionalista, mientras que, a mi parecer, Kazu representa al nuevo Japón, más moderno e independiente. Así entendido, Después del banquete es una metáfora.

Noguchi finalmente confronta a su esposa. A su juicio, la actitud de Kazu es equiparable a la infidelidad:

“La castidad política de una adúltera y la traición política de una mujer casta representan el mismo tipo de inmoralidad. El peor crimen de un acto de traición consistía en extender la infección a sucesivas personas, acelerando así el colapso de toda la estructura de principios. Según su anticuada filosofía política de estilo chino, el hecho de que Kazu hubiese hecho circular un libro de suscripciones entre los enemigos políticos de Noguchi equivalía a un adulterio: se había ‘acostado’ con aquellos hombres.” (p. 245)


Aún así, Noguchi está dispuesto a perdonarla si abandona sus planes de reabrir el Setsugoan. Kazu seguirá adelante, pagará la deuda que tiene, reabrirá el restaurante y seguirá con su vida. El libro termina con una carta que le manda Yamazaki, y en la cual se congratula de la reapertura próxima del Setsugoan y confirma su asistencia. Rescato algunas de estas últimas líneas que expresan la esencia de la política, no solo en Japón, sino en cualquier lugar del mundo:

“Pero ahora me parece –escribe Yamazaki– que no cabe decir de las elecciones que fueran un infortunio en un sentido auténtico, porque acabó con todo género de falsa identidad y determinó que el señor Noguchi y usted se mostraran mutuamente sus verdaderas personalidades. He estado chapoteando largo tiempo en el lodazal de la política y, en realidad, ha llegado a gustarme. Allí la corrupción limpia a las gentes, la hipocresía revela el carácter humano más que una tibia honestidad y el vicio puede, al menos por un instante, resucitar una confianza abandonada… De la misma manera que cuando usted lanza la ropa a una centrifugadora para que se seque, gira tan de prisa que la camisa o la ropa interior arrojadas desparecen ante sus ojos; así, lo que normalmente llamamos naturaleza humana desaparece instantáneamente en el torbellino de la política.” (p. 257)


Después del banquete es una novela que vale la pena leer. Más aún en tiempos electorales, como los que ahora vive mi país.

Venus Rex


Kimitake Hiraoka, mejor conocido como Yukio Mishima