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lunes, 25 de febrero de 2013

Così fan tutte, una ópera swinger

Così fan tutte, una ópera swinger

Escena de Così fan tutte, versión de Adam Fischer
W.A. Mozart
Esta ópera de Mozart tiene un argumento swinger. Ferrando y Dorabella, por un lado, y Gluglielmo y Fiordiligi, por otro lado, están comprometidos. Un viejo sarcástico y pesimista apuesta con ellos, después de escuchar cómo los enamorados se profesan amor eterno, que bastarían unos días para que sus prometidas se entreguen a los brazos de otro, como hacen todas (così fan tutte). La apuesta es aceptada. Los dos guapos y altivos soldados fingen que parten a una campaña militar, pero en realidad se disfrazarán, adoptarán otra personalidad, y cada uno intentará seducir a la prometida del otro. Hay que subrayar que las chicas son hermanas, lo que le da un plus a este planteamiento swinger, pues que dos hermanas compartan prometidos es ya una cosa que llama la atención.

Versión de Fischer en Salzburgo, 2009.
El primer intento de seducción falla: los dos hombres llegan a casa de las chicas, disfrazados de albanos, y les dicen que están, de tiempo atrás, profundamente enamorados de ellas. Dorabella y Fiordiligi los rechazan y esto pone jactanciosos a los prometidos, que ven ganada la apuesta. Pero el viejo pesimista no se da por vencido.
El segundo intento también falla, pero siembra el deseo en Fiordiligi: los “albanos” aparecen de nuevo en la casa de las hermanas y amenazan con envenenarse si no tienen al menos la oportunidad de cortejarlas. Y como ellas no ceden, los hombres beben un supuesto veneno. Y como van a morir –qué más prueba de amor quiere uno-, mediante una estratagema son reanimados. Cuando vuelven en sí, fingen alucinar y creen que están en presencia de diosas, es decir, las hermanas que los observan. A ellas les parece delicioso ser tomadas por diosas.
Al día siguiente Fiordiligi confesará que está tentada, que un coqueteo no caería mal. Dorabella accede, y así, piensa, pasarán el tiempo divertidas en lo que retornan sus amados.

Puesta en escena de Haneke, Madrid 2013
 Dorabella es la primera en caer. Guglielmo ha tenido éxito con ella y han intercambiado presentes, como prendas de su amor, forma velada en el XVIII para decir que dos personas han tenido sexo. Por su parte, Ferrando ha fracasado y se entristece y se molesta al ver cómo su prometida ha sido capaz de “intercambiar presentes amorosos” con un extraño; y se pregunta por qué a él le ha tocado la inconstante, mientras a su amigo le ha tocado la fiel. Pero al día siguiente Fiordiligi caerá en los brazos de su pretendiente albano, con lo que el viejo sabio ganará la apuesta. Y para cerrar con broche de oro, las mujeres acceden casarse con sus pretendientes albanos.
El anciano aconseja a los jóvenes que perdonen a sus prometidas, pues, a fin de cuentas, así hacen todas (così fan tutte).

Versión de Haneke en Madrid, 2013

Versión de Haneke, Madrid, 2013
El final del siglo XVIII fue la época dorada del erotismo. El siglo XIX sería mucho más severo y moralista. Así que las connotaciones eróticas de esta ópera, muy explícitas, por cierto, sólo ofendieron a los sectores más conservadores de aquella Viena de finales del XVIII. Y habría tenido gran éxito esta ópera de nos ser porque el emperador austriaco –por cierto, uno de sus impulsores– falleció, lo que obligó a un luto de Estado, incompatible con el carácter alegre, desenfadado y cachondo de esta obra; de modo que sólo se representó cinco veces en Viena, en el año de 1790. Hay que decir que tanto Da Ponte, el libretista, y Mozart, el compositor, eran entusiastas del erotismo. Tan es así que juntos produjeron tres óperas con fuertes connotaciones eróticas: Le nozze di Figaro (Las bodas de Fígaro), Don Giovanni (Don Juan) y Così fan tutte (Así hacen todas).

Con placer compartiré la versión que poseo: ni más ni menos que la de John Eliot Gardiner en Archiv, con instrumentos antiguos. Y para alimentar el ánimo de todos ustedes, les comparto este trailer de la versión de Adam Fischer, Festival de Salzburgo 2009: 


Reciban todos un abrazo.
Venus Rex

miércoles, 3 de noviembre de 2010

No. 35 Perfección en el desnudo masculino. Héctor, de J.L. David


Estimados amigos:

Decía J.J. Rousseau, refiriéndose a la obra de nuestro ya viejo conocido Jaques Louis David (1748-1825): "tiene algo sublime que entusiasma". A decir verdad, ignoro si Rousseau tuvo la suerte de observar el Estudio de Héctor. Nosotros seremos mucho más afortunados.



A propósito del tema, recientemente he vuelto a leer la Ilíada, sólo que en esta ocasión me ha parecido que la figura de Héctor Priámida ha destacado más que la de ningún otro héroe. 

Brad Pitt, como Aquiles
El belicoso Aquiles, tormento de hombres, hijo de la diosa Tetis, siempre reputado como el personaje principal del poema, me ha parecido -no sé cómo explicarlo- hasta cierto punto desmesurado y grotesco respecto a la figura de Héctor. ¿Quién puede compararse en nobleza y gallardía con el mortal príncipe? Ni los tremendos Ayantes, ni el pendenciero Agamenón; ni siquiera el sagaz Odiseo o el terrible Eneas; ni el hermoso Patroclo ni el monstruoso Diomedes. Mucho menos el impúdico y frívolo Alejandro (Paris). 

Orlando Bloom, como Paris.
Cuando todos estos héroes buscan gloria y botín, a Héctor le preocupa el destino de los niños y las mujeres de Troya. Mientras los héroes anhelan la mujer más bella para llevarla al lecho, Héctor desea regresar a su morada para unirse con su fiel esposa y abrazar al pequeño vástago. La figura de Héctor es el paradigma de todo lo noble y valioso que hay en los guerreros. El sentimiento de tristeza ante su muerte realmente deja al lector sobrecogido. Cómo Aquiles profana el cadáver es cuestión que muy poca gente podría soportar. Y, al final del poema, las súplicas de Príamo para rescatar el cadáver, el llanto de Hécuba, los sollozos de Andrómaca y el profundo pesar de Helena conmoverían al más fuerte (los discursos finales de estas tres mujeres serían suficientes para recompensar la paciencia del lector de la Ilíada).

El Estudio de David -¡ni siquiera una obra completa y definitiva, sino un simple estudio!-, según yo creo, recobra y reivindica la figura de Héctor como la más noble y bella de la Ilíada. No hay más que verla para empezar a sentir una profunda simpatía por el héroe. Pocas veces veremos un desnudo masculino tan perfecto.

Ojalá lo disfruten.

VenuS ReX

lunes, 11 de octubre de 2010

No. 33 Dios como arquitecto. La filosofía en la pintura. Blake, uomo universale.


Título: The Ancient of Days
Autor: William Blake
Sede: British Museum, London
Dimensiones: 23.3cm x 16.8cm

Queridos amigos:

Blake es uno de los grandes artistas británicos. No sólo un excelso pintor, sino también un sublime poeta, Blake merece ser calificado como Uomo Universale.



Dios como Arquitecto (en realidad el título del cuadro es The Ancient of Days, que es una forma de decir "Dios"), pintado en 1794, nos revela el credo estético del genio: "El mundo espiritual goza de supremacía frente al mundo material. El verdadero artista es, pues, profeta, because he or she is given divine insight". Me cuesta trabajo encontrar una adecuada traducción para esta última frase. Dejémoslo en los siguientes términos: al artista le ha sido conferido el insight divino. (No sé, pero esta terminología me recuerda al gran filósofo canadiense Lonergan.)

Máscara mortuoria de Blake
En fin, Dios como Arquitecto más que apuntar hacia un demiurgo, ilustra, según veo las cosas, la quinta vía de demostración de Dios de Tomás de Aquino: el universo entero obedece a un orden, y todo orden supone una inteligencia ordenadora (a pesar de lo que digan las teorías del caos). Desde este punto de vista, Dios no es sólo Creador del Universo, sino también el Supremo Ordenador. Todos los seres estamos sujetos a ese orden, querámoslo o no, y aquel que logra establecer el vínculo con la sinfonía cósmica y coopera en el Plan Providencial, sin duda se aproxima a la Divinidad. Me parece que esta es la idea en torno a este majestuoso cuadro. (Claro que Blake, como buen inglés no era tomista, pero por lo menos me consuela saber que tampoco era humiano, de lo contrario jamás hubiera pintado un cuadro como el que ahora les envío). Ojalá lo disfruten.
Blake, por Phillips

Cada vez más gente se une a estas tertulias estéticas. Recientemente se han incorporado queridos amigos a quienes no veía desde hace algún tiempo. A todos ellos les doy la más cordial bienvenida. A todos los demás les agradezco su paciencia y sus amables atenciones y comentarios.

Hasta la próxima.

VENUS ReX

lunes, 9 de agosto de 2010

No. 24 El placer de observar. La Bañista de Valpinçon, de Ingres.


Título: La Bañista de Valpinçon
Autor: Jean Auguste Dominique Ingres
Dimensiones: 146 x 97.5 cm
Fecha de composición: 1808
Sede: Museo de Louvre, París
Estilo: Neoclásico


Jean Auguste Dominique Ingres, neoclásico y precursor del romanticismo, se encuentra entre los pintores más influyentes y famosos de la Francia del siglo XIX. Nació en 1780 y murió en 1867.

La Bañista de Valpinçon data de 1808, cuando el maestro apenas tenía unos veintiocho años de edad. A pesar de su juventud, Ingres muestra una verdadera maestría en lo que a luz se refiere. ¿Quién iba imaginar que este cuadro sería uno de los iconos del Louvre, y un clásico del erotismo?

Aunque de acuerdo con nuestros parámetros estéticos esta mujer tenga algunos kilitos de más, lo cierto es que nuestra bañista no deja de ofrecernos un momento voluptuoso (en el sentido de voluptas, insisto, no de bolas, por favor). Su espalda iluminada es un derroche de técnica. El turbante y las telas de las sábanas están muy bien logrados. Pero lo más sobresaliente de esta obra es la sensación de que la mujer se sabe observada, lo que contribuye a incrementar el gozo del espectador, quien en última instancia es el intruso.

Espero que disfruten esta maravilla.
VR

martes, 4 de mayo de 2010

No. 13 Voluptuosidad en mármol: Ninfa durmiente, de Canova.

El uso corriente de la palabra  voluptuoso (a) me da risa. Con sólo pronunciarla, mucha gente se imagina, en el mejor de los casos, a una mujer bien dotada de todos lados, y, en el peor de los casos, a la Tetanic o algo parecido. Voluptas es la palabra latina para placer. Voluptuoso es sinónimo de erótico, de sensual (en el sentido poético, claro está), no de bolas por todos lados (tanta bola en realidad es todo menos erótico). Voluptuoso es aquello que incita al placer, que despierta la sensualidad de los sentidos. Hecha la aclaración, hablemos del escultor italiano Canova.


Estimadas amigas y amigos:

Siguiendo con el estilo neoclásico, les presento ahora La Ninfa Durmiente, del escultor italiano Antonio Canova (1757-1822), artista favorito de Napoleón y posiblemente el máximo escultor del período.

La desnudez masculina, en concordancia con la escultura de la antigüedad clásica, representa virilidad y divinidad. En cambio, la desnudez femenina evoca, más que el equilibrio y la armonía de la estética greco/latina (nadie se erotiza ante, digamos, La Venus de Milo), ese otro aspecto nada desdeñable de la belleza: voluptuosidad y sensualidad. Sin embargo, resulta imposible negar que la Ninfa Durmiente de Canova lo reúne todo: voluptuosidad, belleza, equilibrio y armonía. En suma, sublime. La Ninfa Durmiente es una pieza dotada de un indiscutible contenido erótico/racional. Este binomio podría resultar desconcertante para muchos, más aún tratándose del estilo neoclásico, pero no me cabe duda que es el efecto que consigue el escultor con el público.



Lo único que le hace falta a esta mujer tendida para cobrar vida es el soplo divino. Es increíble cómo el artista logra, desde la frialdad y dureza del mármol, dotar de suavidad y tersura a la piel. La espalda de la doncella es prodigiosa, para no hablar de la irresistible zona glútea. Y qué decir de los muslos, las pantorrillas, los omóplatos, el cuello y la sábana. Observen la parte de la sábana encima de la pierna izquierda. ¿Acaso no la percibimos diáfana y frágil? ¿Y el cuerpo entero no lo percibimos como la más sublime carne, beatificante por su belleza y, al mismo tiempo, peligrosa por su hechizo?

Se podría decir que estamos frente a la belleza idealizada. Pero esta idealización es tan real y tan cercana que hasta siento escalofríos. Ése es el poder del arte. Uno ve esta escultura y quisiera tocarla. Pero nos abstenemos por temor a que la Ninfa despierte de su sueño marmóreo y nos posea.

Reciban un abrazo.
VENUS REX

lunes, 26 de abril de 2010

No 12 La muerte de Sócrates, de J.L. David


Queridas amigas y amigos:

Sócrates ha sido un tema recurrente en la historia del arte. Basta recordar a Erasmo y su famoso "San Sócrates" del Banquete Religioso, por mencionar las letras, o la Muerte de Sócrates de Dufresnoy (s. XVII), Poussin, Saint Quentin o Peyron (todas en el s. XVIII), por mencionar algunos ejemplos del arte pictórico.

Entre todos los cuadros que tienen a Sócrates como tema, no me cabe duda que el más grande y bello es el que pintó Jaques Louis David en 1787: La Muerte de Sócrates, obra colosal y majestuosa que encarna de manera formidable el espíritu neoclásico del XVIII. Permítanme un símil: en la pintura David (1748-1825) es la máxima expresión del neoclásico, como Mozart (1756-1791) lo es en la música. A fin de cuentas, dos grandes artistas que fueron contemporáneos. No sé, pero las líneas perfectas de este cuadro de algún modo me evocan el sonido perfecto de la sinfonía número 41, Júpiter (1789).

¿Qué nos quiere decir el pintor a través de su cuadro? David es portavoz de las ideas políticas y filosóficas de su tiempo, heraldo estético de la Ilustración y de la Revolución. Sócrates representa aquí la virtud, pero no sólo eso. También representa el papel de fundador y mártir de la Religión de la Razón. ¿Por qué aparecen doce personas, además de él, en el cuadro? ¿No será esto una clara alusión a Cristo y los doce apóstoles? Algunos importantes historiadores del arte así lo consideran. (Recordemos que los franceses consagraron iglesias y templos católicos a la razón, nuevo dios, como la Madelaine en París, por citar un ejemplo. Por cierto, en la foto aparece mi esposa Liz a la entrada de La Madelaine)

Ya lo decía el poeta Shelley: "Sócrates es el Cristo de los paganos". Desde luego la comparación luce hiperbólica y, en un momento dado, hasta blasfema. Pero hay otros indicios muy sólidos que nos señalan la santidad de Sócrates (la cual yo no pondré a discusión): Platón y sus diálogos, el "Sanc Socrates ora pro nobis" de Erasmo y la inquietante frase de Whitehead: "la filosofía entera no son más que anotaciones al margen de los diálogos de Platón". Platón es el discípulo más grande de Sócrates.

Ojalá disfruten este maravilloso cuadro. Sin duda se trata de una de las cumbres del arte neoclásico.

Reciban saludos y abrazos.
VENUS REX