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miércoles, 16 de marzo de 2011

No. 51 La no-pipa de Magritte frente al realismo de Richter. Dos grandes del siglo XX.

Título: Ema – Akt auf einer Treppe (Ema – Desnudo en una escalera).



Autor: Gerhard Richter (alemán. n. Waltersdorf, 1932)
Fecha de composición: 1966.
Dimensiones: 200 x 130 cm.
Técnica: Óleo sobre tela.
Residencia: Museum Ludwig, Colonia.

 
Estimados amigos:

¿Qué tal lo pasaron con Magritte y la famosa pipa? Pues claro que no era una pipa, sino la
representación de una pipa. Un muy querido amigo me escribió: “no es un pipa, porque no la puedes agarrar y fumártela”. Y tiene toda la razón. Se trata, en todo caso, de la representación de una pipa, cosa muy distinta que una pipa. 
He ahí el giro copernicano: el arte no tenía por qué ser representativo; es más, el arte iba a romper con la representación, y de una manera por demás violenta.

Schopenhauer
Esto me recuerda a Schopenhauer: “El mundo como voluntad y representación”. No es que el mundo objetivo exista allá afuera; es la voluntad quien se lo crea. Y así, en el siglo XX cualquier cosa puede ser arte, siempre que así lo quiera el artista; se trata de un acto de voluntad, más que de técnica o de creatividad. Por eso –y aquí abundan los abusos y las malas intenciones– cualquier manifestación, por absurda que sea (recordemos la “Línea blanca sobre fondo blanco”), puede pasar por arte. De ahí que el siglo XX sea, en este rubro, un verdadero caos donde conviven genialidad y esnobismo. Pero sigamos a la genialidad.



Richter
Hay un pintor alemán, cuya técnica perfecta reivindica al arte moderno. Se trata de Gerhard Richter, nacido en 1932 (hasta donde sé, sigue vivo). Sus trazos son tan precisos como una fotografía. Es más, su estilo se conoce como foto-realismo. Pinta lo que el ojo ve, con una maestría muy difícil de superar. Se trata de un hiperrealista. Pero no por ello sus cuadros dejan de ser fantásticos. Observen este desnudo: es tan real y al mismo tiempo tan fantasmal. ¡Maravilla de los sentidos! 




Como encore les envío otra obra, de este mismo pintor, aún más real, si tal cosa es posible. Se trata de
Betty, la hija del maestro, retrato que rompe totalmente con la tradición del género (el rostro de la muchacha ni siquiera lo vemos, aunque su presencia es más real que si la viéramos caminando en la calle). Algunos han negado que se trata de un retrato, como si sólo los rostros fueran susceptibles de ser retratados; como si el rostro fuera la única fuente del carácter y la personalidad. Por eso este cuadro es tan notable. Se trata de óleo sobre tela, y la obra está fechada en 1988. Desgraciadamente no está exhibida en museos, pues pertenece a la colección privada del maestro, de modo que nos tendremos que conformar con el “Art Book” de Phaidon.





En fin, son dos obras tan reales como fantásticas.
Estoy seguro que los disfrutarán.


VENUS 

2 comentarios:

  1. Muy buena entrada. En breves lineas nos llevaste de la pipa al hiperrealismo, usando como puente un razonamiento filosófico. Las obras de Richter son impresionantes. Saludos!

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